El alza en el precio del mineral pone en riesgo la transición ecológica por su importancia para la fabricación de coches eléctricos y paneles solares
El precio del aluminio se ha disparado, tocando por primera vez en trece años los 3.000 dólares por tonelada, casi el doble de su coste en 2020. El temor a una posible escasez ha hecho que el precio del metal ascienda un 15% desde agosto, mientras su demanda sigue creciendo en todo el mundo. El alza afectará al sector de la construcción y a la industria, pero también a la fabricación de tecnologías verdes como paneles solares y coches eléctricos.
Muchos factores han confabulado para el alza del precio del metal. La producción de aluminio de China, que representa cerca del 57% del total mundial, se ha visto afectada por nuevas políticas ambientales. El Gobierno de Xi Jingping está presionando a las empresas contaminantes para disminuir las emisiones y ahorrar energía de cara al 2060, por lo que las mineras han visto su producción afectada. En la fabricación de aluminio se emiten a la atmósfera grandes cantidades de vapores de alquitrán, dióxido de azufre y fluoramina, además de demandar mucho consumo de energía.
Por otra parte, un golpe de estado en Guinea también ha disparado las alertas en el mercado. Este país es el segundo productor de bauxita, una de las principales fuentes de las que se extrae el aluminio, por lo que la paralización de sus exportaciones podría afectar profundamente el suministro mundial.
En septiembre de 2020, el precio por tonelada rondaba los 1.700 dólares por tonelada, por lo que en menos de un año su valor casi se ha duplicado. Por otra parte, la última semana de agosto el precio rondaba los 2.700 dólares, lo que significa que en tan solo dos semanas su precio se incrementó en un 11%.
Goldman Sachs predice que este aumento seguirá los próximos cinco años. En agosto, sus analistas advirtieron que el intento global por crear una economía con cero emisiones continuará elevando los precios de las materia primas, en particular los necesarios para desarrollar tecnologías bajas en carbono. Los especialistas destacan que el aluminio es “una paradoja” debido a que es necesario para la creación de paneles solares y vehículos eléctricos, pero su producción genera el 2% del total de las emisiones globales.
Tecnologías verdes
La naturaleza liviana del aluminio lo hace ideal para fabricar los armazones de los coches eléctricos como el Modelo 3 de Tesla, además de estar presente en las carcasas de sus baterías y motores. Se estima que para fabricar un coche eléctrico promedio se utilizan aproximadamente 250 kilogramos del mineral, por lo que un aumento en su precio puede elevar el coste de producción.
El alza en el precio también puede afectar a los grandes programas de energías renovables. El metal se ha vuelto fundamental para el sector de la energía solar, ya que se utiliza en la mayoría de los componentes de los paneles y en los soportes donde se colocan. Su resistencia a la corrosión, peso ligero y bajo coste de mantenimiento han permitido superar las limitaciones que la fabricación con acero presentaba en las décadas anteriores, pero su escasez podría afectar los precios o los volúmenes de producción.
Según Moody’s, los precios del aluminio se mantendrán al alza por lo menos hasta mediados del 2022. Goldman Sachs llega aún más lejos y proyecta que su precio no se estabilizará hasta 2025, cuando su precio rondará los 3.500 dólares por tonelada.
Fuente: CincoDias