Las claves:
- Se están dando las alarmas sobre un tema crucial de seguridad energética y económica. Los gobiernos deben tomar medidas si quieren evitar perturbaciones perjudiciales en sectores que abarcan desde las redes eléctricas hasta los motores a reacción.
Hace poco más de 50 años, la crisis petrolera de 1973 desencadenó un alza alarmante en los precios de la gasolina en Estados Unidos, Europa y otros países, lo que tensó las economías y provocó una drástica escasez de combustible. En respuesta, los gobiernos se unieron, liderados por el secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, para crear la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Establecieron un mecanismo para acumular y mantener reservas de petróleo de emergencia y así garantizar que no pudieran ser extorsionadas por el suministro de petróleo en el futuro.
Esta cooperación histórica ha demostrado su eficacia en las décadas posteriores, ayudando a limitar el impacto económico de las interrupciones del suministro de petróleo causadas por huracanes o conflictos geopolíticos. El suministro de energía sigue utilizándose como arma, como hizo Rusia con el suministro de gas natural a Europa durante su invasión de Ucrania. Afortunadamente, Europa pudo recurrir rápidamente a las crecientes exportaciones estadounidenses de gas natural licuado para capear el temporal causado por los cortes en el suministro ruso.
Este mismo pensamiento debe aplicarse ahora a los minerales críticos.
Además de los riesgos constantes en los mercados del petróleo y el gas natural, el mundo se enfrenta a nuevos y emergentes riesgos para la seguridad energética que los gobiernos deben abordar. En primer lugar, se encuentran los minerales que se utilizan en una amplia gama de tecnologías del sector energético y otros. Estos minerales son vitales para las redes eléctricas, las baterías y otros equipos energéticos, pero también son necesarios para chips de inteligencia artificial, motores a reacción y aplicaciones de defensa. Esto los convierte en un elemento central no solo para la seguridad energética, sino también para la seguridad económica en general.
Estos minerales no se utilizan directamente para impulsar automóviles, generar electricidad ni calentar hogares, por lo que la escasez de suministro no tiene el mismo impacto inmediato que la de combustibles como el petróleo y el gas. Sin embargo, las interrupciones en su suministro aún pueden paralizar industrias manufactureras clave, con consecuencias de gran alcance para las economías y el empleo. La reciente disputa en torno a las exportaciones de tierras raras ofrece un ejemplo esclarecedor de los riesgos. Cuando China endureció los controles de exportación en abril, los fabricantes de automóviles de Estados Unidos, Europa y otros países se enfrentaron a dificultades inmediatas para obtener los imanes de tierras raras necesarios para motores eléctricos y otros componentes críticos, y algunos se arriesgaron a cerrar fábricas si no conseguían el acceso.
La diversificación es la primera regla de oro de la seguridad energética. Y en ese sentido, el panorama global de los minerales críticos no es alentador.
Desde metales clave para baterías hasta materiales de alta tecnología, el suministro de minerales críticos se concentra en un pequeño grupo de países. En el caso de 19 de los 20 minerales estratégicos más importantes que la AIE sigue de cerca —incluidos el galio, el grafito y las tierras raras—, China es el principal refinador, con una cuota de mercado media del 70 %. El análisis de la AIE muestra que esta concentración no ha hecho más que intensificarse en los últimos años.
Hoy en día, más de la mitad de estos minerales estratégicos enfrentan algún tipo de restricción o control a sus exportaciones, ya sea sobre los minerales mismos o sobre el conocimiento que permite incorporarlos a los productos terminados.
Los gobiernos de todo el mundo están reconociendo los riesgos de estos altos niveles de concentración y buscan maneras de responder. Es necesario actuar tanto a corto plazo —para reforzar la preparación ante posibles disrupciones— como a largo plazo para diversificar las cadenas de suministro y reducir los riesgos estructurales.
Al igual que ocurrió con el mercado petrolero en la década de 1970, ningún gobierno tiene todas las respuestas. Pero, como entonces, la cooperación internacional puede marcar la diferencia.
La AIE es el lugar ideal para ello. Durante los últimos cinco años, hemos invertido considerablemente en el desarrollo de nuestras capacidades globales de datos y análisis en minerales críticos, reflejando las capacidades líderes mundiales que tenemos en otros sectores del sector energético.
Con el apoyo de nuestros países miembros y aprovechando nuestras décadas de experiencia y conocimientos sobre mecanismos de seguridad petrolera, hemos creado un nuevo Programa de Seguridad de Minerales Críticos para promover una acción coordinada frente a las interrupciones del suministro.
Al igual que con los mercados petroleros en la década de 1970, los desafíos son considerables. Los mercados por sí solos no generarán una mayor diversidad. Necesitamos nuevas políticas y nuevas alianzas internacionales entre países ricos en recursos, refinadores, proveedores de capital y consumidores.
Se necesitarán nuevas herramientas que proporcionen cierto grado de certeza en cuanto a precios o volumen para reducir las barreras a la inversión y desbloquear la financiación. En julio de 2025, por ejemplo, el Departamento de Defensa de EE. UU. lanzó una histórica alianza público-privada con MP Materials , que incluyó inversión de capital y compromisos sobre un precio mínimo y compras futuras para establecer una cadena de suministro de tierras raras totalmente nacional. La Unión Europea, por su parte, ha designado 60 proyectos estratégicos, lo que les permite optar a permisos simplificados y un mejor acceso a la financiación.
Garantizar que las economías puedan contar con un suministro ininterrumpido de los minerales críticos que sus industrias necesitan es un enorme desafío. Pero con el espíritu y la concentración que demostraron los gobiernos al crear la AIE tras la crisis petrolera de 1973, podemos inclinar la balanza hacia un futuro económico y energético más seguro.
Fuente: Fatih Birol, Time
Foto: shane-mclendon-EN1tF2EG-50-unsplash
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