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Cambio de paradigma en el comercio internacional: por primera vez en 25 años crecerá menos que el PIB

 

Las claves:

  • La economía atisba un cambio de paradigma: el comercio internacional crecerá menos que el PIB por primera vez en 25 años
  • El comercio internacional solía crecer 1,5 puntos por cada punto de PIB
  • El proteccionismo y los conflictos están provocando una reversión de la globalización
  • El comercios se transformará y quedará reducido a intercambios regionales

Entre el final de la Segunda Guerra Mundial en mayo de 1945 y el ataque de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, Europa ha disfrutado de un período excepcionalmente largo de paz (interrumpida por conflictos ‘periféricos’ como la Guerra de los Balcanes). La lección parecía aprendida. La unión económica y política fomentaron las relaciones comerciales, dando lugar a una globalización que ha traído la prosperidad económica a un continente históricamente castigado por cruentas guerras. La globalización ha sido la consecuencia de un crecimiento del comercio internacional que ha superado con creces el avance del PIB en las economías avanzadas. Las sinergias y la eficiencia de la globalización (cada región o país se especializaba en los sectores o nichos en los que contaban con ventajas comparativas) han sido clave para incrementar los estándares de vida de los consumidores de los países desarrollados, pero también de otras regiones, como ha sido el caso de Asia. Ahora, este paradigma globalizador parece frenarse en el mejor de los casos.

Los populismos, las guerras y los conflictos entre culturas se están anteponiendo, aseguran desde Allianz en un informe. Este giro queda a la vista en un cambio de tendencia: el crecimiento del comercio internacional será más lento que el de la economía durante la próxima década, algo que ocurrirá por primera vez en más de 25 años. Los indicadores de tiempo real muestran ya una desaceleración importante del comercio de bienes y servicios, aunque agudizada por la desaceleración económica, que se podría prolongar.

Según un nuevo informe de Boston Consulting Group titulado ‘Protectionism, Pandemic, War, and the Future of Trade’, el comercio internacional crecerá a un ritmo de tan solo un 2,3% anual hasta 2031, por debajo del 2,5% previsto para el crecimiento del PIB global. Esto contrasta con los aproximadamente 1,5 puntos porcentuales de crecimiento del comercio por cada punto de crecimiento del PIB durante el periodo de 1995 al 2008, y la paridad que prácticamente se alcanzó en el periodo desde el 2009 al 2019. El cambio de paradigma se cuece poco a poco, pero el resultado final irán saliendo a la luz.

El comercio mundial se está desacelerando mientras que la guerra en Ucrania y sus consecuencias han reemplazado a la pandemia como el principal lastre para el crecimiento. El comercio crecerá a una tasa promedio más lenta que el PIB en los próximos nueve años, revirtiendo el patrón de crecimiento mundial impulsado por el comercio, que ha prevalecido en las últimas décadas, advierten los economistas de BCG. La propia Organización Mundial del Comercio (OMC) alertaba en su último comunicado de la pérdida de impulso de los intercambios entre países, con un raquítico crecimiento del 1% para 2023.

Uno de los miembros de la OMC señalaba con resignación que “aunque las restricciones comerciales pueden ser una respuesta tentadora a las vulnerabilidades de la economía que han quedado expuestas por los shocks de los últimos dos años, una reducción de las cadenas de suministro globales solo profundizaría las presiones inflacionarias, lo que llevaría a un crecimiento económico más lento y a una reducción de los niveles de vida con el tiempo. Lo que necesitamos es una base más profunda, más diversificada y menos concentrada para producir bienes y servicios”, señalaba a finales de 2022.

Los patrones comerciales cambiarán, no solo como resultado de la guerra en Ucrania, sino también debido a la disminución de la dependencia de las naciones occidentales en el comercio de China y al surgimiento de bloques económicos como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) a medida que las empresas apuestan por la diversificación de riesgos de su cadena de suministro.

 

¿Por qué el comercio pierde impulso?

Más allá de la oleada proteccionista que lleva ganando fuerza prácticamente desde la crisis financiera de 2008, existen otros factores que también están lastrando este tipo de intercambios. Los economistas de BCG aportan diferentes previsiones que plasman la decadencia del comercio internacional:

-El choque entre Rusia y Occidente. El comercio entre la UE y Rusia se reducirá drásticamente, reduciéndose en 262.000 millones de dólares durante el período de 2023 a 2031, a medida que entren en vigor las sanciones occidentales contra Rusia y la UE vaya independizándose del petróleo y el gas ruso. El comercio ruso se trasladará de Europa a otras regiones, particularmente a China e India. Los impactos más disruptivos ocurrirán en el sector energético, pero los cambios también afectarán a otras materias primas.

-Dinámica comercial de China y otras potencias. El comercio entre EEUU y China se reducirá en 63.000 millones de dólares hasta 2031. Los volúmenes entre UE-China crecerán, pero a un ritmo más lento que el promedio mundial, ya que las empresas se centran en aumentar su resiliencia. Estas tendencias impulsarán el crecimiento del comercio mundial con los países de la ASEAN, la India y México, a medida que ganen ritmo el near-shoring y el friend-shoring, aseguran los analistas de BCG.

-Crecimiento comercial de la ASEAN. El sudeste asiático será el principal beneficiario del nuevo mapa comercial. La región verá un comercio significativamente mayor con China, EEUU, Japón y la UE, impulsado por el deseo de las empresas de diversificar las cadenas de suministro globales frente a las crecientes tensiones geopolíticas y los crecientes costos de fabricación en China. El comercio de la ASEAN con China crecerá en 438.000 millones de dólares, el mayor aumento interregional en nuestro mapa de 2031. Las empresas se verán atraídas al sudeste asiático por los costos más bajos de la región y la creciente amplitud y profundidad de sus capacidades de fabricación.

“Una fractura mundial que ya estaba en marcha”

Parece difícil rebatir que el mundo se está fragmentando. Así lo defendían hace unos meses los estrategas de Pimco Joachim Fels, Andrew Balls y Daniel J. Ivascyn en un análisis de perspectivas a largo plazo: “La fractura del mundo ya estaba en marcha con la aparición de China como actor económico y geopolítico de primer orden y la postura escéptica de los gobiernos occidentales hacia China. La guerra en Ucrania y las respuestas a la misma están ampliando estas fracturas geopolíticas y podrían acelerar el paso de un mundo unipolar a un mundo bipolar o multipolar”.

Si se miden indicadores como el comercio, el PIB mundial y los flujos financieros internacionales, el llamado periodo de hiperglobalización alcanzó su punto máximo justo antes de la crisis financiera mundial de 2007, afirma Talha Khan, economista político de Capital Group. “Si la crisis financiera mundial fue el primer choque sistémico que provocó la distorsión, la pandemia de covid y el conflicto en Ucrania también han aportado su granito de arena para presionar a la globalización”, explica. Sin embargo, más que a un escenario de desaparición, Khan ve plausible que se vaya a una ‘reconfiguración’ en los próximos años.

“La pandemia y el conflicto de Ucrania han hecho que los países se replanteen la perdurabilidad de sus cadenas de suministro. Ahora, hay un impulso creciente hacia la localización o regionalización que disminuye algunos de los riesgos asociados a la dependencia de un país o una geografía como fuente de producción”, plantea Khan. Coincide Olivier de Berranger, director de inversiones y director de gestión de activos de la gestora francesa La Financière de l’Echiquier, quien lleva tiempo advirtiendo de que “la guerra en Ucrania tiene todos los ingredientes para ser un clavo decisivo en el ataúd de la globalización”, considerando al conflicto “el punto de inflexión que empuje a la economía mundial de la globalización a la regionalización”.

 

El impacto de las guerras

Las guerras remodelan los flujos comerciales, creando ganadores y perdedores. De hecho, a menudo es un objetivo de guerra en sí mismo bloquear los flujos comerciales para debilitar al adversario, arroja bajo una perspectiva histórica Eric Barthalon, de Allianz Research. Fijándose en precedentes como el bloqueo continental de Napoleón contra Inglaterra en 1806 o la decisión final de Reino Unido de no imponer en 1914 un bloqueo a Alemania que hubiera molestado a los países neutrales (Noruega, Suecia, Dinamarca, Países Bajos), Barthalon concluye que “no hay nada nuevo en que Rusia desconectara o saboteara el principal gasoducto de Europa -Nord Stream 1- el pasado septiembre” como “tampoco lo hay en que en el bloqueo por parte de Europa del crudo ruso”. “De una forma u otra, la guerra económica y financiera siempre ha formado parte de las armas desplegadas durante los conflictos”, apostilla.

No todo viene de Ucrania. “Estas tensiones llevaban años germinando. Nos enfrentamos a una situación en la que China estaría emergiendo como un competidor que desafía al poder establecido, EEUU. Muchos piensan que el objetivo del gigante asiático es reorganizar el orden mundial para establecer un sistema que refleje mejor la importancia de este país en el mundo y esté más en sintonía con sus valores. Pero la historia nos hace ver que una situación geopolítica en la que se cuestiona la hegemonía es una situación inestable”, desliza Alexandre Bouchardy, jefe de estrategia de inversión en Credit Suisse. La irrupción de las criptodivisas o el declive del dólar como divisa de reserva global revelan que algo se está cociendo, aunque aún no está ni mucho menos cocinado.

Thomas Fricke, Xhulia Likaj, Maren Buchholtz, Sonja Hennen, Tom Krebs y David Kläffling, econimistas del New Economy Forum, han publicado un trabajo en enero en el que van más allá y hablan de un cambio de modelo total. “Durante más de tres décadas, las políticas económicas y sociales se han basado en gran medida en los principios liberales del mercado. Desde la crisis financiera de 2008, este leitmotiv ha perdido gran parte de su atractivo, dejando atrás un peligroso vacío paradigmático que los populistas intentan llenar”.

El su informe identifican al menos una docena de nuevas corrientes de pensamiento importantes, cada una reflejada por destacados pensadores internacionales que van desde Dani Rodrik sobre la redefinición de la globalización o Thomas Piketty sobre cómo reducir las desigualdades. Estos expertos también identifica un número creciente de organizaciones o individuos que apoyan activamente la búsqueda de un nuevo paradigma para la economía y la sociedad en general. Son muchas las corrientes que están surgiendo y que proponen un cambio al sistema globzalizador y capitalista que ha perdurado durante décadas. Esta vez parece que el cambio de paradigma está en marcha y no tiene vuelta atrás. Sin embargo, hay que ser cautelosos a la hora de llegar a conclusiones contundentes. Esta no es la primera vez que se ha dado por muerta a la globalización o al capitalismo.

 

Fuente: Vicente Nieves, Mario Becedas/ El Economista

Foto:  ian-taylor– Unsplash

 

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