Las claves:
-
El gas se convirtió en la principal fuente de energía eléctrica del país en 2022, algo que no se veía en trece años
-
La fotovoltaica acelera su instalación y aumenta en un 32% su producción alcanzando un máximo histórico
-
España aumentó como nunca se había visto sus exportaciones de electricidad a Francia y Portugal en 2022
Uno de cada cuatro kilovatios de electricidad de 2022 se generó quemando gas. No se veía nada igual en trece años. Este combustible, daño colateral de la invasión rusa de Ucrania, superó a la eólica y se convirtió en la principal fuente de electricidad del país. “Una anomalía del sistema”, dicen los expertos, que confían en que no se repita este año.
Frente a este avance temporal, otro más estructural: la energía solar ha cerrado el mejor ejercicio de su historia. Se han conectado a la red cerca de 4.000 megavatios de potencia (el dato es provisional, terminará siendo superior y no incluye el autoconsumo). Pero incluso con todas esas salvedades, es como si en doce meses se hubiera sumado un nuevo reactor nuclear al sistema. Las previsiones para la fotovoltaica de cara a 2023 se duplican. El boom es imparable: es una de las mayores apuestas de la UE para prescindir del gas ruso.
Con un poco de suerte el viento recuperará el trono que arrebató por primera vez a la nuclear en 2021. Estos últimos doce meses la eólica ha sido algo más errática de lo normal. Sin embargo, el temporal de final de año ha ayudado a superar por muy poco su máximo histórico de generación y sigue sumando molinos cada año, aunque en menor medida que la solar.
El reinado del gas en plena crisis energética obligó al Gobierno a tomar decisiones. La excepción ibérica se planteó como un escudo frente al efecto contaminación que generaba el elevado precio de este combustible en todo el sistema eléctrico. Sus seis meses de vigencia arrojaban un resultado positivo: el precio de la luz en España ha sido hasta un 40% más bajo en ese tiempo. La medida, sin embargo, también ha tenido sus efectos secundarios no deseados: se ha quemado todavía más gas, por ejemplo, y eso ha encarecido la factura.
¿Por qué el gas ha sido el rey en el peor año?
Una serie de catastróficas desdichas han aupado la generación de los ciclos combinados. Quien sostenga que es todo culpa de la llamada excepción ibérica se olvida de apuntar otros factores muy relevantes: hidráulica y parón nuclear francés.
España vivió en 2022 el peor año hídrico que se recuerda, al menos desde el año 2007. Nunca se había generado tan poca electricidad moviendo el agua de los embalses. ¿El motivo? La sequía.
La energía hidráulica aportó solo el 6,4% de los kilovatios de 2022 cuando la media de los cinco años anteriores para esta tecnología fue del 10,6%. El hueco que deja el agua había que cubrirlo y el único comodín, a día de hoy, es el gas.
También se nos abrió otro boquete por la frontera. El parón nuclear francés generó una necesidad de electricidad en el país vecino, que aprovechó todas sus interconexiones para comprar kilovatios. A esta situación se sumó el factor excepción ibérica en junio: si la luz era más barata en España existía un incentivo adicional para venir a comprar a nuestro mercado ibérico. No, no se puede cerrar el paso de los kilovatios por Pirineos. Va en contra del mercado eléctrico europeo.
Nuestro país nunca había exportado tanta luz como en 2022, sobre todo a Francia y Portugal. En parte solo había una forma de cubrir esta mayor demanda: quemando más gas.
Por último, el propio diseño de la excepción ibérica provocó una caída de la cogeneración –las plantas eléctricas asociadas a procesos industriales–. Su producción llegó a descender hasta la mitad tras la activación del tope al gas. Aunque se trató de corregir a la vuelta del verano, el caso es que esta tecnología ha reducido de manera significativa su aportación a la tarta eléctrica.
En una dirección contraria ha actuado la reducción de demanda de electricidad. Gracias a esta caída se ha quitado cierta presión al sistema. En 2022 la cifra de demanda se ha situado por debajo del nivel del año del covid y en mínimos desde 2004.
El boom de la solar
La gestión de todos estos huecos habría sido mucho peor si no hubiera sido por el avance meteórico de las renovables, en especial de la solar. Durante una década estuvo totalmente parada, pero en los últimos cuatro años su capacidad instalada se ha multiplicado por cuatro. El año pasado superó la potencia de la hidráulica.
Todo esto se traduce en un incremento de la generación fotovoltaica del 32%. Los datos no incluyen el autoconsumo, cuyo crecimiento ha sido muy notable gracias a las ayudas europeas.
Un ejemplo de esta potencia solar de España es que el día con menos horas de luz del año, el solsticio de invierno el pasado 21 de diciembre, la fotovoltaica cubrió casi el 5% de la demanda, “lo mismo que en los mejores días de hace cinco años”, apuntaba un analista. En la media de 2022 superó el 10% de la generación. Si se suma el 22% de los kilovatios que aporta la eólica, ambas unidas fueron capaces de batir a los ciclos combinados, incluso en el año de su reinado.
El objetivo del Gobierno es duplicar la capacidad solar actual en 2030. Sin embargo, en el sector consideran que las cifras se quedan cortas y deberían elevarse todavía más: triplicarse. La urgencia de desplegar todas las renovables para reducir la dependencia del gas ruso sitúa a la solar en la primera línea de salida frente al resto: es la más rápida de instalar y su precio de los más competitivos. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la solar será la principal fuente de electricidad del mundo en 2027.
Locura de precios
En 2022 hemos visto precios rozando los 550 euros/MWh en el mercado mayorista nada más comenzó la guerra, y por debajo de los 2 euros/MWh este 31 de diciembre con el trío de las renovables (eólica, solar e hidráulica) acaparando la mayor parte de la generación. Estos precios del mercado mayorista se trasladan directamente a la factura de los consumidores con tarifa regulada PVPC, pero no impacta de manera inmediata a los que están en el mercado libre.
El año de la invasión rusa de Ucrania arrojó un importe medio histórico: 211 euros/MWh. Nunca se había visto nada así. Aun así, el promedio de otros países europeos se sitúa por encima de este nivel. Volviendo a mirar el gráfico de precios uno no puede evitar preguntarse: ¿será 2023 otra montaña rusa?