A la Administración Biden no se le ocurrió nada mejor esta semana que plantear una prohibición total al aluminio procedente de Rusia fruto de la escalada bélica en Ucrania Si de algo sirven las reminiscencias del pasado, es una muy mala idea.
En abril de 2018, todavía bajo el mandato de D. Trump, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó al gigante ruso del aluminio Rusal, y a su principal accionista, el oligarca Oleg Deripaska. Rusal es, al margen de China , el mayor productor de aluminio del mundo.
Como cabría esperar, al vetar el acceso al aluminio de uno de los mayores proveedores del mercado, el precio se disparó. Y pocos días después, la Oficina de Control de Activos Extranjeros, dependiente del Departamento del Tesoro americano, tuvo que sentarse a negociar con Rusal.
Aquel episodio se zanjó en diciembre de ese mismo año, obligando al por entonces Secretario del Tesoro Steven Mnuchin a retractarse y retirar las sanciones impuestas. Es más, si se pretendía aislar a Rusal, se obtuvo el efecto contrario pues la compañía accedió al mercado USA
Actualmente, los stocks de aluminio se encuentran en mínimos históricos. En los últimos días se especulaba con un ligero rebote de los inventarios, en parte motivado por una mayor oferta de Rusal, cuya producción en la primera mitad del año superó a las ventas.
Si sale adelante la nueva propuesta de sanciones, el cambio de tendencia se irá al traste. Desde abril, las importaciones USA de aluminio procedente de Rusia se han incrementado casi un 60%. En el caso del aluminio sin alear, es el segundo proveedor solo por detrás de Canadá
En la UE las cosas no pintan mucho mejor. La industria pesada en países como Alemania o Italia se apoya en buena medida en el aluminio proveniente de Rusia. Si se veta su acceso, se añadirán renovadas presiones inflacionistas en los precios y habrá escasez en los mercados.
Es más, pese a la guerra en curso, entre marzo y junio de este año las importaciones de aluminio ruso han crecido un 13% en la UE con respecto al mismo periodo del año anterior, con una media de 78.207 t/mes. Con el níquel la situación es exactamente idéntica.
Trafigura, una de las mayores casas de intermediación de materias primas del mundo, advirtió a primeros de año que los stocks de aluminio podrían agotarse en 2024.
Tampoco ayuda el papel destacado que se le presupone al aluminio en la confección de vehículos eléctricos en los próximos años. La demanda está llamada a multiplicarse x5.7 a lo largo de la década. La transición energética, será con Rusia en la ecuación o no será.
Si finalmente se consuman las sanciones propuestas, tal y como ha pasado en los últimos meses con otras materias primas, Rusia redirigirá sus exportaciones de aluminio a mercados afines como China o India. Los precios subirán y la UE lo pagará.
Fuente: Aleix Amorós
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