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Claves de la próxima cumbre China- UE

La clave: 

¿Puede el diálogo aliviar las ansiedades de Europa a medida que se acerca la cumbre China-UE?

La cumbre, que conmemora 50 años de relaciones diplomáticas, ofrece la oportunidad de reflexionar sobre los logros pasados y trazar el próximo capítulo de la cooperación entre China y la UE.

Ante la proximidad de la cumbre China-UE, dos destacados expertos comparten sus perspectivas sobre una relación que vuelve a captar la atención mundial.

Según la UE , la reunión está prevista para el 24 de julio en Pekín El presidente del Consejo Europeo, António Costa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reunirán con el presidente chino, Xi Jinping. Sin embargo, China aún no ha hecho un anuncio oficial, ya que su protocolo diplomático suele divulgar los compromisos exteriores de sus líderes con solo unos días de antelación.

La cumbre de este año reviste especial importancia, ya que coincide con el 50.º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y la UE. A principios de este mes, Wang Yi, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) y ministro de Asuntos Exteriores de China, visitó la sede de la UE en Bruselas , así como Alemania Francia , lo que subrayó la importancia que ambas partes otorgan a esta relación.

Wang declaró a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que la próxima reunión de líderes China-UE es un evento significativo que se celebra en un momento crucial. China espera colaborar con la UE para resumir la valiosa experiencia y las importantes perspectivas de los últimos 50 años de relaciones entre China y la UE, y definir la dirección futura del diálogo y la cooperación para los próximos 50 años.

Esta semana también se celebró un evento clave entre China y la UE. El 14 de julio, el viceprimer ministro chino, Ding Xuexiang, celebró el sexto Diálogo de Alto Nivel sobre Medio Ambiente y Clima China-UE, junto con Teresa Ribera, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea. La cooperación en protección del medio ambiente y del clima es uno de los pocos ámbitos en los que China y la UE tienen pocas disputas.

Además, a principios de este mes, el XIII Foro Mundial por la Paz (FMP), celebrado en la Universidad de Tsinghua, también abordó las relaciones entre China y la UE. En su discurso inaugural, el expresidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, instó a intensificar el diálogo entre países, gobiernos y pueblos, expresando optimismo ante la próxima cumbre entre China y la UE.

Shi Mingde, exembajador chino en Alemania, se hizo eco de sus opiniones sobre las relaciones entre China y la UE. Durante una mesa redonda centrada en las relaciones entre China y la UE, Shi reiteró que estas no deben verse afectadas por un tercer país, afirmando que la próxima cumbre China-UE será una valiosa oportunidad para que ambas partes reflexionen sobre los logros alcanzados en los últimos 50 años y analicen con mayor detenimiento los problemas actuales.

Dos expertos chinos han publicado artículos esclarecedores sobre las relaciones entre China y la UE, con especial atención a la próxima cumbre. Su análisis profundiza en los dilemas y preocupaciones actuales dentro de la UE, que están moldeando, y en ocasiones distorsionando, la percepción europea de su relación con China.

El profesor Ding Chun es director del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Fudan y vicepresidente de la Asociación China de Estudios Europeos. Cree que la próxima cumbre China-UE pondrá a prueba la capacidad de ambas partes para reconstruir la confianza y una cooperación estable en un contexto de crecientes tensiones y proteccionismo. A pesar de las diferencias, el artículo insta a China y a la UE a centrarse en el diálogo y la colaboración práctica, ya que su alianza sigue siendo crucial para la estabilidad global.

De vuelta a la encrucijada: Una mirada a los próximos 50 años de relaciones entre China y la UE a través de la lente de la próxima cumbre: la perspectiva del profesor Ding Chun

La próxima cumbre entre China y la UE volverá a atraer la atención internacional hacia esta relación bilateral de medio siglo de antigüedad que ha superado muchas tormentas.

En un momento de fragmentación geopolítica, desaceleración económica mundial, aumentos arancelarios y creciente proteccionismo, la reunión no solo tiene importancia conmemorativa sino que constituye una verdadera prueba: ¿pueden China y la Unión Europea (UE) reconstruir un marco de cooperación estable, maduro y sostenible en un entorno de crecientes diferencias?

Actualmente, las expectativas sobre los resultados de la cumbre son más cautelosas. Los observadores anticipan que, durante la cumbre, ambas partes reafirmarán su apoyo a los mecanismos de diálogo, expresarán su disposición a profundizar la cooperación en nuevas áreas como el desarrollo verde y digital, y enfatizarán la necesidad de gestionar adecuadamente las diferencias.

En comparación con el idealismo anterior, esta expectativa refleja el status quo de las relaciones bilaterales, así como su postura y clima político correspondientes.

En los últimos 50 años, las relaciones entre China y la UE se han expandido desde los intercambios económicos iniciales hasta una relación integral que abarca la política, la seguridad, la cultura y la gobernanza global. La Asociación Estratégica Integral China-UE, establecida en 2003, fue testimonio de un alto grado de confianza mutua y una aspiración compartida entre ambas partes.

En los últimos años, las tensiones y los malentendidos entre China y la UE se han intensificado. Dentro del enfoque político tridimensional de la UE hacia China —socio para la cooperación, competidor económico y rival sistémico—, el tono de “rival” ha cobrado cada vez mayor relevancia, erosionando la confianza fundamental que sustenta la cooperación bilateral.

China ha defendido constantemente la asociación. Sin embargo, el statu quo de las relaciones entre China y la UE y la postura de la UE hacia China contrastan marcadamente con ello, con un claro déficit de coordinación estratégica y confianza política.

Además, las preocupaciones y críticas de la UE sobre cuestiones relacionadas con el modelo institucional de China, el llamado “exceso de capacidad” y los derechos humanos se han intensificado recientemente. Consideraciones políticas internas impulsaron en parte estas preocupaciones, pero muchas de ellas han sido exageradas y desvinculadas de los hechos.

Por ejemplo, al atribuir simplemente las ventajas de China en vehículos eléctricos (VE) y energía verde a los subsidios, han pasado por alto las inversiones a largo plazo de China en cadenas de innovación, infraestructura y organización industrial. Al mismo tiempo, las acusaciones de supuesto “trabajo forzoso” en Xinjiang se forjaron a menudo ignorando los esfuerzos de China por facilitar el acceso a inspecciones de terceros y la aclaración de datos.

China nunca elude las diferencias y aboga por resolverlas a través del diálogo basado en hechos.

La cuestión fundamental radica en la diferencia de percepción: ¿ve la UE a China como una amenaza a su sistema de valores o como un socio importante para afrontar los desafíos globales?

La UE está optando por una política económica más dura hacia China, adoptando medidas politizadas como el inicio de investigaciones antisubvenciones a los vehículos eléctricos chinos y la restricción de la cooperación en alta tecnología con China. La escalada de acusaciones ha afectado gravemente la estabilidad de las cadenas industriales globales.

China, por el contrario, ha pedido continuamente que se resuelvan las disputas en el marco de la OMC y ha defendido los mercados abiertos y la cooperación mutuamente beneficiosa.

Los hechos han demostrado que el proteccionismo no traerá recuperación; sólo el diálogo y la cooperación pueden generar resiliencia.

China y la UE se complementan naturalmente en cuestiones globales como el cambio climático, la gobernanza de la IA y la salud pública. Deberían colaborar para convertirse en un modelo de cooperación mutuamente beneficiosa, en lugar de limitarse mutuamente como rivales. Aplicar una mentalidad de suma cero no solo desaprovechará oportunidades de cooperación, sino que también exacerbará la fragmentación del sistema multilateral global.

Este año se conmemora el 50.º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y la UE. A partir de este hito, ambas partes deberían reevaluar la importancia estratégica de sus relaciones, no solo repasando el pasado, sino también proyectando el futuro.

China y la UE necesitan urgentemente reabrir canales, reconstruir la confianza y reestructurar los mecanismos de diálogo de alto nivel, intercambios interpersonales y cooperación subnacional. Plataformas existentes, como la asociación verde China-UE y el Diálogo Digital de Alto Nivel China-UE, requieren una mayor institucionalización y fortalecimiento estratégico, promoviendo el establecimiento de una asociación estratégica sostenible y garantizando que esta sea verdaderamente integral en la práctica.

Para Europa también es necesario evitar la politización de las disputas económicas y comerciales y evitar que la ideología se extienda a sectores como la tecnología y la industria, que deberían permanecer neutrales.

Si la UE quiere mantener su imagen de defensora de las normas globales, debe formular políticas basadas en normas y no en juegos geopolíticos. Desvincularse de China o excluirla no aumentará su supuesta “autonomía estratégica”, sino que limitará su margen de maniobra.

De cara a los próximos 50 años, las relaciones entre China y la UE deberían centrarse en gestionar las diferencias en lugar de eliminarlas y en generar estabilidad en lugar de generar confrontación.

Ambas partes deben buscar puntos en común, a la vez que concilian sus diferencias. Una relación racional y sana entre China y la UE no solo concierne al bienestar de 1.900 millones de personas, sino que también reviste una importancia crucial para la paz mundial y la estabilidad del orden multilateral.

La cumbre China-UE aún no se ha celebrado, pero su proceso preparatorio ya ha enviado una señal positiva: el diálogo continúa y la cooperación sigue siendo necesaria.

El rumbo de las relaciones entre China y la UE en el futuro no depende de quién sea más fuerte, sino de si se opta por la confianza y el entendimiento mutuos. El futuro debe partir de un diálogo racional, una y otra vez.


El profesor Zhao Yongsheng es investigador y director del centro de investigación económica francesa de la Academia de Estudios de Economía Abierta de China, Universidad de Negocios y Economía Internacionales. Actualmente es profesor visitante en la Universidad de la Sorbona de París En su artículo, Zhao argumenta que la verdadera causa de las tensiones entre China y la UE en materia económica y comercial reside en las “tres inquietudes” de Europa: la marginación de Estados Unidos en los asuntos internacionales, la inquietud por los desequilibrios comerciales y un profundo temor a la disminución de la capacidad industrial. Si bien estas preocupaciones impulsan medidas restrictivas, la UE aún depende del vasto mercado, las tecnologías avanzadas y la fortaleza industrial de China para alcanzar sus objetivos de reindustrialización, lo que hace que la cooperación continua sea necesaria y resiliente.

Tres inquietudes de la UE que obstaculizan la cooperación económica entre China y la UE: opinión del profesor Zhao Yongsheng

Este año se conmemora el 50.º aniversario del establecimiento oficial de relaciones diplomáticas entre China y la Unión Europea (UE). Durante el último medio siglo, las relaciones entre China y la UE han alcanzado un desarrollo considerable. En particular, la cooperación económica y comercial se ha convertido en la piedra angular del desarrollo estable y saludable de las relaciones bilaterales.

Sin embargo, en los últimos años, la UE ha impuesto los llamados aranceles punitivos o ha tomado medidas restrictivas contra China en áreas como los vehículos eléctricos y la compra de dispositivos médicos, ha propuesto “eliminar el riesgo” de China y ha pedido fortalecer las barreras comerciales para proteger a la economía europea del impacto de los productos chinos.

¿Cómo es posible que estos “ruidos” se encuentren en los “sonidos armoniosos” de la cooperación económica y comercial entre China y Europa?

A pesar de las críticas, es probable que la cooperación económica y comercial entre China y la UE no se vea afectada negativamente. Las bases de dicha cooperación se mantienen sólidas y los fundamentos siguen siendo sólidos. China y la UE son socios comerciales importantes, con un volumen de comercio bilateral estable en torno a los 2.700 millones de dólares estadounidenses diarios, y China se ha mantenido como el segundo mayor socio comercial de la UE durante muchos años consecutivos.

En resumen, a pesar de los altibajos de las relaciones económicas y comerciales entre China y la UE durante las últimas décadas, en el contexto de las relaciones entre las principales economías, sus principales características siempre han sido la estabilidad y la resiliencia.

¿A qué se debe entonces este clamor? Creo que se debe a las tres principales inquietudes de la UE y sus Estados miembros: la ansiedad por estar en la mesa de negociaciones, la ansiedad económica y comercial y la ansiedad por la reindustrialización.

La ansiedad de “estar en la mesa” se origina en las relaciones de los países europeos con EE. UU. Es bien sabido que, si bien EE. UU. es teóricamente el aliado más cercano de la UE, se niega arbitrariamente a permitir que la UE “se siente a la mesa” en las negociaciones de temas clave, como el conflicto entre Rusia y Ucrania. Como resultado, la UE y sus miembros desarrollaron la ansiedad de ser excluidos. Por lo tanto, al tratar con países distintos de EE. UU., especialmente con grandes potencias como China, la ansiedad se intensifica.

La UE siempre ha planteado el conflicto entre Rusia y Ucrania y el armamento nuclear de Irán como cuestiones clave para China. Pero, como es bien sabido, ninguno de estos problemas fue causado ni exacerbado por China. Al contrario, China hizo todo lo posible por resolver y calmar la situación. Al plantear estos dos problemas a China, los responsables políticos de la UE muestran una pérdida de compostura, lo que indica un agravamiento de su ansiedad.

La segunda inquietud se relaciona con la economía y el comercio. La UE, junto con China y EE. UU., se considera las tres principales economías del mundo. Sin embargo, al abordar los tres grupos de relaciones económicas y comerciales —entre Europa y EE. UU., entre China y Europa, y entre China y EE. UU.—, la UE y sus Estados miembros son más propensos a caer en la ansiedad económica y comercial que los otros dos.

La lógica subyacente es simple. Estados Unidos, líder mundial en muchos campos, ocupa una posición más poderosa y proactiva en las relaciones económicas y comerciales con otros países y regiones, y, naturalmente, es menos propenso a la ansiedad en comparación con los otros dos. En cuanto a China, que se encuentra ligeramente por detrás de Estados Unidos en cuanto a fuerza general, pero se está acercando a él en algunos ámbitos, ha desarrollado una gran economía que defiende y se adhiere a los principios del libre comercio, la apertura económica y la globalización. Tampoco tiene motivos para estar ansioso.

De los tres grupos de relaciones económicas y comerciales mencionados, la complementariedad y la penetración mutua entre China y Estados Unidos son bastante altas, y alcanzar un consenso no es tan difícil. Mientras tanto, si bien las relaciones económicas y comerciales entre China y la UE parecen presentar numerosos obstáculos por el momento, también presentan una gran complementariedad. Desde una perspectiva práctica, no es difícil para ambas partes llegar a un acuerdo.

Las relaciones económicas y comerciales entre Europa y Estados Unidos, por otro lado, son las más difíciles de gestionar. Si bien la UE se refiere a Estados Unidos como un “primo” en ciertos documentos oficiales, dado que no difieren tanto como China y Estados Unidos en términos de etapa de desarrollo y ventajas industriales, y ambas son economías desarrolladas con trayectorias de desarrollo y estructuras industriales similares, la complementariedad económica y comercial entre ambos países es mucho menor que la existente entre China y Estados Unidos y entre China y la UE.

Esta es también la razón por la que, si bien el Reino Unido y EE. UU. alcanzaron un acuerdo básico desde el principio y China y EE. UU. han acordado un marco, las negociaciones económicas y comerciales entre la UE y EE. UU. siguen plagadas de dificultades. De hecho, el progreso en este frente ha sido el más lento entre las tres principales relaciones.

La tercera inquietud reside en las perspectivas de reindustrialización de la UE. Las dos inquietudes mencionadas, aunque importantes, son superficiales. La “inquietud por la reindustrialización”, en cambio, afecta a aspectos más profundos de la mentalidad de la UE.

Tomemos como ejemplo a Francia. Francia superó en su momento a Estados Unidos en manufactura y fue el principal país manufacturero del mundo. Sin embargo, con la implementación gradual de la política de “desindustrialización” y la aceleración de esta tendencia, la industria manufacturera francesa se ha quedado rezagada desde hace mucho tiempo. Mientras tanto, su cadena industrial y de valor se fragmentó y pasó a depender en gran medida de grandes economías como China y Estados Unidos.

Al analizar las relaciones entre China y la UE, se puede deducir que China sin duda puede contribuir a su reindustrialización. Siendo justos, China es quizás el único país dispuesto y capaz de hacerlo, y puede ser un socio estratégico fiable para Francia y la UE en este sentido. A continuación, se presentan tres razones que respaldan esta afirmación.

En primer lugar, en términos de agregado económico, el PIB nominal de China en 2023 fue de 17,67 billones de dólares estadounidenses, superado solo por el de Estados Unidos. Si se calcula según la paridad de poder adquisitivo (PPA), China ha superado a Estados Unidos. En términos de tasa de crecimiento económico, China se ha convertido en el mayor contribuyente al PIB mundial en términos absolutos.

En segundo lugar, las empresas chinas están llenas de innovación y se han convertido en centros mundiales de innovación en algunos campos. El número de empresas unicornio en China es solo superado por el de Estados Unidos. En los campos de la inteligencia artificial (IA) y la industria de chips, China también se está desarrollando rápidamente para convertirse en el mayor productor mundial de chips. Mientras tanto, la generación de electricidad de China supera la suma total de Estados Unidos, la UE y la India.

En tercer lugar, para referencia de los lectores, aquí hay ocho sectores industriales en los que China lidera el mundo.

  1. Tecnología 5G. La empresa china Huawei posee 8400 patentes de tecnología 5G, lo que representa el 15 % del total mundial. Muchas empresas europeas incluso consideran a Huawei como su socio estratégico.
  2. Inteligencia artificial. Para 2024, habrá 4500 empresas profesionales de IA en China. Solo en 2024, nacieron 114 startups de IA en China, de las cuales 58 recibieron una inversión promedio de decenas de millones de dólares estadounidenses.
  3. Ferrocarril de alta velocidad. Para 2024, China contará con 162.000 kilómetros de vías férreas, de los cuales 48.000 son de alta velocidad, lo que la posiciona como líder mundial.
  4. Vehículos de nuevas energías. En 2024, el volumen de producción y ventas de vehículos de nuevas energías en China será de 12,89 millones y 12,87 millones, respectivamente, con tasas de crecimiento del 34,4 % y el 35,5 %. Los fabricantes alemanes de automóviles consideran a los fabricantes chinos como socios estratégicos.
  5. Navegación por satélite. En 2023, los servicios de navegación por satélite de China alcanzaron los 536 mil millones de yuanes, y 137 países firmaron acuerdos de cooperación con el sistema de navegación Beidou de China.
  6. Pagos móviles. En 2024, un total de 1.029 millones de personas en China utilizaban pagos móviles, lo que representa un aumento del 195,2 % con respecto a 2017. China ocupa el primer lugar a nivel mundial en cuanto a ventas en línea y penetración de pagos móviles.
  7. Baterías de litio. China posee el 78,6 % de la capacidad mundial de producción de baterías y alberga a seis de los diez principales fabricantes de baterías del mundo.
  8. Robots domésticos. Desde 2023, la producción de robots domésticos en China ha aumentado considerablemente. En 2024, los hoteles chinos contarán con 30.000 robots, y ese mismo año se inaugurará un nuevo centro de formación en robótica en Shanghái.

En conclusión, la cooperación económica y comercial entre China y la UE se mantiene firme, sus fundamentos prometedores y siguen mostrando estabilidad y resiliencia. La razón de los ruidos que perturban esta cooperación reside en tres inquietudes de la UE: la ansiedad por participar en las negociaciones, la ansiedad económica y comercial y la ansiedad por la reindustrialización.

Para lograr su objetivo de reindustrialización, la UE y sus miembros necesitan la ayuda de las tecnologías, el capital y las estrategias chinas. Al fin y al cabo, no hay muchos países que puedan y quieran ayudar a la UE a alcanzar este objetivo.

 

Foto: martin-sanchez-unsplash

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