La clave:
- En la última década, prácticamente no se han descubierto nuevos yacimientos que apuntalen la oferta futura.
- Esto genera mucha volatilidad, ya que cualquier disrupción puede tener importantes consecuencias en el precio del cobre
En torno al 5% de la producción mundial de cobre se encuentra parcial o totalmente paralizada en estos momentos. Esta disrupción, inadvertida en otras circunstancias, se da en un contexto de reapertura en China y con los inventarios acercándose a mínimos históricos.
Las protestas sociales en Perú han acabado afectando a la mina de Las Bambas, responsable del 2% de la cuota de mercado global. La empresa china MMG, propietaria de la explotación, ha reanudado la actividad tras varias semanas de parón si bien a muy baja capacidad.
En la provincia indonesia de Papúa, las lluvias torrenciales han forzado el cese de toda actividad en la mina de Grasberg, la segunda mayor del mundo en extracción de cobre. Las disrupciones durarán semanas, y dan alas a los que apuntan a un déficit de oferta ya en 2023.
El cobre es comúnmente percibido como la piedra angular de la electrificación de las economías en su afán por reducir su dependencia de los hidrocarburos. En pleno boom en la transición hacia el vehículo eléctrico, sin ir más lejos, su contribución juega un papel vital.
El problema de fondo radica en que, en la última década, prácticamente no se han descubierto nuevos yacimientos que apuntalen la oferta futura. En este contexto de tirantez creciente, cualquier pequeña afectación en la producción puede tener consecuencias inmediatas.
Fuente: Aleix Amorós
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