Skip to main content

La caída en picado del cobre destapa lo que está ocurriendo en China con la economía

Las claves: 

  • El cobre ha caído casi un 13% desde que China comenzó a desinflarse
  • Este metal se utiliza para la construcción de vivienda y la red eléctrica
  • Los expertos creen que la baja demanda china revela el mal estado de su economía

 

La recuperación económica de China era una de las grandes esperanzas de una economía global acorralada por la incertidumbre, la inflación y la creciente fragmentación. Sin embargo, hace unas semanas comenzaron a aparecer los primeros datos que revelaban la pérdida de impulso la actividad china. Este mal augurio parece confirmarse con un indicador casi en tiempo real de la economía del gigante asiático: el precio y la demanda de cobre. El precio de este metal ha entrado en una estructura de mercado que se conoce como contango y que se produce cuando hay exceso de alguna materia prima (en este caso cobre) en el mercado físico o al contado.

El precio del cobre se disparó en enero con las expectativas que generó el despertar del gran ‘dragón’. La sola vuelta a la vida de un país con 1.300 millones de habitantes -con el fin de las medidas covid cero- generó una subida del cobre de casi el 13%, de mínimos a máximos del propio mes de enero, llegando a superar los 9.300 dólares la tonelada en la London Metal Exchange (LME).

 

 

A la espera de los datos de mayo, los indicadores que se publicaron en abril en China cayeron como un ‘jarro de agua fría’ sobre las expectativas sobre el ‘gigante asiático’ y de la economía global, que este año dependía sobremanera (más si cabe que otros ejercicios) del crecimiento chino.

La producción industrial cayó un 0,5% en abril respecto al mes anterior. En términos interanuales, creció solo un 5,6%, pese al tremendo efecto base que debería haber apoyado este dato, puesto que el año pasado buena parte de las zonas industriales estaban sometidas a un confinamiento por esas fechas. “Esta cifra está muy por debajo del 10,9% interanual que esperaban los mercados y parece moderado en comparación con la tendencia previa a la pandemia. Los datos de hoy confirman la debilidad en la industria que se veía viendo en las lecturas del PMI”, aseguraba el economista de Commerzbank.

“Puede que China esté saliendo lentamente de la hibernación tras su política covid cero, pero sus datos económicos -especialmente los de sectores críticos para la demanda de materias primas- siguen siendo irregulares. En conjunto, el repunte aún no es lo suficientemente fuerte como para una subida sostenida del precio del cobre (y la debilidad de Europa y EEUU tampoco ayuda)”, sostiene Michael Widmer, estratega de materias primas de Bank of America (BofA).

“En China, los ratios de nuevos pedidos/inventarios, un indicador prospectivo, vuelven a niveles que implican cotizaciones del cobre planas interanualmente. Lo mismo ocurre con el impulso crediticio, que ha repuntado desde mínimos, pero sigue poniendo de manifiesto el carácter selectivo del apoyo oficial a la economía”, explica el experto del banco americano en una nota para clientes.

Hay literatura que prueba la relación entre el precio (demanda) del cobre y el avance de la economía de países como China o la India, cuyas economías aún son muy intensivas en el uso de este material. Por cada unidad extra de PIB que producen necesitan usar una mayor cantidad de cobre y otros metales que, por ejemplo, los países desarrollados.

Con todo, el precio del cobre roza mínimos no vistos desde noviembre de 2022. El metal ha caído hasta la zona en la que se encontraba antes de que China levantara las restricciones por el covid-19. “El cobre fue uno de los mayores beneficiados tras la reapertura de China, ante las expectativas de que el apoyo de China al mercado inmobiliario impulsaría la demanda de metales industriales”, explica Ewa Manthey, economista de ING en una nota. Más allá de las expectativas, la demanda contante y sonante de este metal por parte de China ha sido más débil de lo esperado, pese a que el país está entrando en lo que se conoce como la temporada alta de construcción.

Demanda débil e incertidumbre

Los analistas de JP Morgan señalaban esta semana en una nota para clientes que esperan cierta debilidad en los precios de los metales básicos durante parte de 2023, “ya que la demanda china sigue siendo moderada y la incertidumbre macro más amplia pesa sobre el apetito de los inversores”.

No obstante, los estrategas de JP Morgan admiten que estos precios más bajos también han provocado un aumento de las consultas de inversores estructuralmente alcistas, inversores que miran al largo plazo, que creen que se puede estar construyendo un suelo en el precio de estos metales. “Aunque moderada y decepcionante frente a las expectativas más alcistas a principios de año, es probable que la demanda de metales básicos de China siga manteniendo un ritmo que se puede considerar como suficiente… Nuestro escenario base espera que China compre cobre suficiente para que el precio se mantenga en los 8.000 dólares por tonelada, pero si hay una desaceleración económica mucho más pronunciada, la siguiente zona de soporte firme probablemente podría llegar a alrededor de 7.400-7.500 dólares por tonelada”, admite el informe de JP Morgan.

Aunque las consultas para ponerse ‘largos’ -apostar por una subida del cobre- se han incrementado, los datos por ahora ofrecen una visión opuesta. Los inversores dicen una cosa, pero ejecutan la contraria. Los especuladores han estado reduciendo sus apuestas alcistas en el cobre de la LME: la posición neta larga es ahora la menos optimista en más de 19 semanas, con 38.416 contratos, según los datos semanales de futuros y opciones de la bolsa.

Por otro lado, los estrategas de Goldman Sachs revisaron este domingo su previsión para los precios medios del cobre este año desde los 9.750 dólares por tonelada hasta los 8.698 dólares. Los metales tienen “precios para una recesión”, apuntaba la nota recogida por el Financial Times.

Los tipos de interés más altos han hecho que los bancos sean cautelosos a la hora de mantener una oferta excedente de metal debido a los altos costos de financiamiento, lo que contribuye a la dramática estructura de “supercontango” donde los precios de los metales para entrega inmediata son mucho más baratos que en el futuro. Como resultado, más metal termina almacenado en los depósitos de la LME, que funciona como mercado de último recurso.

El precio del cobre al contado, el cobre físico de entrega inmediata, ronda los 7.900 dólares, mientras que el precio para dentro de tres meses roza los 8.000 dólares y los futuros para entrega en 2024 alcanza los 8.070 dólares, según se desprende de la web de LME. El mercado presenta este tipo de estructura -contango- cuando hay un exceso de oferta inmediata, ya sea porque se está produciendo mucho de la materia prima en cuestión o porque la demanda se ha hundido. En este caso, todo hace indicar que el contango se debe al “desvanecimiento de la recuperación en China”, según los analistas de Goldman Sachs.

Pese a todo, las tendencias en las materias primas no suelen ser eternas -al igual que tampoco lo fue en 2021 cuando parecía el mundo se iba a quedar sin cobre-. Una caída del precio genera incentivos para que los constructores y otros compradores de metales se lancen a acumular inventario o a realizar mayores compras. “Creemos la corrección y pesimismo es correcto a corto plazo, pero somos optimistas a medio plazo. Redujimos nuestras expectativas de crecimiento de la oferta refinada al 1,8% en 2023 (desde el 2,9%) debido a las interrupciones de la oferta, mientras que apuntamos a un crecimiento de la oferta del 3,5% en 2024 a medida que se pongan en marcha nuevas minas y se resuelvan las interrupciones de la oferta existentes. Hemos rebajado nuestras estimaciones de crecimiento de la demanda mundial de cobre al 2,7% este año (desde el 3,1%) y al 3,3% en 2024. En conjunto, seguimos viendo un déficit de mercado de 105.000 toneladas (-0,4% de la demanda anual) en 2023 y de 54.000 toneladas (-0,2% de la demanda anual) en 2024”.

En BofA recurren a su propio modelo. “Medimos la demanda de cobre a través de dos modelos: el consumo aparente (producción refinada + importaciones – exportaciones + variación de existencias) y la compra subyacente (ponderación del crecimiento sectorial interanual por la cuota de cada sector en la actividad subyacente). Cada uno de estos análisis confirma que la demanda sigue creciendo; dicho esto, también confirman que las compras se debilitaron a finales del primer trimestre y en el segundo. Esto, unido a la atonía de la actividad fuera de China, hace pensar que el metal rojo podría mantenerse en una banda de fluctuación por el momento”, desarrolla Widmer. En UBS sitúan la tonelada de cobre en 9.500 dólares a finales de año y en 10.000 al final del primer semestre de 2024

 

Fuente: Vicente Nieves, Mario Becedas/ El Economista

Foto: CALITOREUnsplash 

Related News

Tormenta perfecta en el cobre

La energía en el centro del conflicto entre la OTAN y Rusia