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El gran cambio de la demanda de las materias primas

La crisis del covid-19 se ha convertido también en un acelerador de tendencias. La transformación de las economías hacia modelos más sostenibles y saludables (menos contaminantes) es una de las más evidentes. Detrás de esta tendencia hay un cambio en la demanda de materias primas que podría provocar una gran reestructuración en los próximos años, expulsando a las energías fósiles del nuevo superciclo.

La recuperación económica, los estímulos fiscales y la debilidad del dólar están allanando el terreno para que las materias primas inicien un nuevo superciclo, pero esta vez todo hace indicar que el petróleo no solo no lo encabezará, sino que además podría quedarse fuera. Aunque el petróleo aún está muy vivo (y puede encarecerse de forma temporal), cada vez parece más evidente que seguirá un camino similar al del carbón.

Natixis: “En nuestra opinión, el impacto de los paquetes de estímulo verde sobre las materias primas energéticas a largo plazo es abrumadoramente negativo”

¿Qué es un superciclo? Los economistas del banco de inversión Natixis explican en una nota para clientes que los superciclos en las materias primas se definen generalmente como períodos de alrededor de una década en los que los precios de los precios de las commodities se mueven a la vez. Aunque las materias primas se caracterizan por sufrir amplias fluctuaciones de precios a corto plazo, un superciclo representa una tendencia más amplia (estructural), que está por encima de las fluctuaciones a corto plazo. El último superciclo se produjo entre 1999 y 2014. Por lo general, se producen por un shock externo. El superclico que comenzó en 1999 se suele arrogar a la rápida urbanización y el desarrollo económico en los países emergentes, principalmente China.

Las commodities beneficiadas

Ahora, la mayor diversificación del mix energético en buena parte de los países avanzados y las nuevas preferencias de los consumidores pueden romper esta teoría, generando un ciclo alcista de muchos años para una parte de las materias primas, mientras que otra parte (sobre todo las energías fósiles) se queda fuera.

El coche eléctrico, los paneles solares o las eficiencia en el consumo de energía están empezando a dibujar el nuevo escenario para las materias primas. Todos los metales necesarios para alimentar esta transición energética podrían disfrutar de un auge aún mayor de la demanda que si el lado de la oferta no lo solventa provocará tensiones alcistas sobre los precios que pueden prolongarse durante la década. El cobre, el níquel, el paladio, litio y una parte de las tierras raras son los metales que se encuentran en mejor posición para beneficiarse de esta demanda estructural producto de la transición energética.

El petróleo quedaría fuera

Por el contrario, el petróleo, que tiempo atrás se creyó tan escaso que se temía por su ‘extinción’, ahora podría ir perdiendo relevancia hasta que llegue un día en el que extraer un barril, en buena parte del mundo, ya no sea rentable porque hay alternativas mejores.

Por ejemplo, la Agencia Internacional de la Energía ha reconocido recientemente que la demanda de gasolina podría no recuperarse nunca tras la crisis del covid, lo que no quiere decir que el petróleo se vaya a dejar de usar por completo, puesto que sus derivados sirven para fabricar plásticos, ceras, asfalto… El mercado de materias primas se enfrenta a una reestructuración como consecuencia de la propia reestructuración (valga la redundancia) de la economía.

El equipo de inversión de Blackrock comenta en un trabajo recién publicado que la la recuperación económica ha elevado los precios de todas las materias primas, pero “más allá de eso, vemos tendencias estructurales que conducen a una divergencia entre las diferentes commodities”.

El petróleo y los metales se han recuperado con intensidad desde finales de 2020 ante las expectativas de un rápido reinicio económico, lo que ha provocado que se hable de un nuevo superciclo de materias primas. “Vemos una perspectiva más matizada, con una divergencia entre diferentes commodities. Es probable que el aumento de precios del petróleo a partir del reinicio económico sea transitorio, mientras que algunos metales pueden beneficiarse de tendencias estructurales como la transición verde en los próximos años”, comentan desde Blackrock.

Siendo algo más concretos, por ejemplo el petróleo y el cobre se encuentran entre los activos con mejor desempeño en lo que va de año, luego puede dar lugar a confusiones. El petróleo viene de un desplome histórico de sus precios durante el covid, mientras que el cobre cerró 2020 al alza. “La fortaleza del cobre se debe en parte a una contracción de la oferta que es el resultado de años de una inversión baja y una mayor disciplina de capital entre las principales mineras, agravada por las interrupciones en la producción causadas por la pandemia. Además, la transición a una economía con baja en emisiones de carbono ha proporcionado un apoyo estructural a la demanda cobre. Por el contrario, el petróleo sufrió un colapso en la demanda el año pasado. Es posible que la demanda a corto plazo regrese, pero el pico de demanda de petróleo ya estaría cerca”.

Una fuerte recuperación económica aún puede respaldar los precios del petróleo y los activos relacionados en el corto plazo. “Sin embargo, el pico de demanda de petróleo parece estar muy cerca y creemos que la transición verde probablemente erosionará la demanda de petróleo a largo plazo. En el segundo grupo, ciertos metales industriales, incluidos el cobre, el níquel y el litio, parece que disfrutarán de una demanda estructural al alza gracias a la misma transición en los próximos años. La descarbonización del sistema eléctrico y la electrificación del sector del transporte, por ejemplo, requerirán construcciones a gran escala de nuevas infraestructuras”. Esto último también apoyará el precio de ciertos metales.

Los analistas de Natixis coinciden en un trabajo en el que analizan las posibilidades de ver un nuevo superciclo. Estos expertos explican que “aunque la baja inversión en el sector, junto a otros factores cíclicos, han sentado las bases para un aumento en los precios de las materias primas a corto plazo, el mercado aún necesita el impulso de la demanda para entrar a un superciclo. El fuerte crecimiento de los países de la RCEP (China, Indonesia, Vietnam…), los estímulos verdes globales y sincronizados representan el catalizador más probable para un nuevo superciclo, en nuestra opinión. Sin embargo, aunque todas las materias primas se beneficiarán del repunte cíclico inicial y los factores cíclicos de apoyo, el impacto de la demanda a largo plazo se será uniforme”.

“En nuestra opinión, el impacto de los paquetes de estímulo verde sobre las materias primas energéticas a largo plazo es abrumadoramente negativo”, sostienen los economistas de Natixas. El petróleo es, ante todo, un combustible de transporte, y el movimiento de personas y mercancías en coche, camión, avión y barco representa el 60% de la demanda total de crudo, al menos antes de la pandemia.

Hay que tener en cuenta que casi todos los paquetes de estímulo destacan el papel de los vehículos eléctricos, mientras que la inversión en innovación y desarrollo en el mundo de los vehículos pesados, probablemente, permitirá que los vehículos eléctricos sean más competitivos en costes en múltiples segmentos de transporte en los próximos años. A todo ello hay que sumar que los coches o camiones que usan combustibles fósiles son cada vez más eficientes y que una parte de la población no volverá a la oficina (teletrabajo). Todo ello hace pensar que el petróleo quedará fuera de una suerte de superciclo de las materias primas.

Fuente: elEconomista

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