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Europa en camino hacia una economía de guerra

La clave: 

  • Europa en camino hacia una economía de guerra: Rheinmetall inaugura la mayor fábrica de munición del continente
  • Un conflicto acalorado con Rusia es económicamente muy improbable. Sin embargo, una nueva Guerra Fría, un estado de armamento continuo como el de antes de 1990, parece ser el objetivo de Europa. Están atrapados en una absurda teoría económica de planificación central y economía dirigida. Se está formando una nueva base de poder: un corporativismo entre la industria de defensa y el complejo político de Bruselas

 

En Unterlüß, Baja Sajonia, la mayor fábrica de municiones de Europa inició ayer su producción. Lo que empezó clandestinamente ahora se está expandiendo públicamente con toda su potencia: la Unión Europea está construyendo su propia economía de guerra.

En la buena época alemana, las recesiones solían enmascararse con programas de infraestructura financiados por el estado. El concepto funcionaba siempre que el Estado no se expandiera excesivamente, regulara excesivamente o obligara al sector privado a adoptar una agenda ideológica destructiva, como es el caso de la transformación verde. En otras palabras: la economía siempre era capaz de eliminar los residuos dejados por el Estado.

El sur de Europa jamás pudo recuperarse.
En el sur de Europa, donde el papel del Estado ha sido tradicionalmente importante, la política monetaria generosa y la gestión de los fondos públicos notoriamente laxa, esta política solo dejó ruinas de infraestructura y páramos industriales. Las economías locales nunca pudieron absorber productivamente el crédito artificial distribuido por Bruselas. Las fatales consecuencias de este pseudoauge aún configuran el panorama actual.

Para los historiadores económicos, la Europa actual ha sido desde hace tiempo un objeto de estudio fascinante. Una crisis tras otra, con la intervención del sector público cada vez con mayor intensidad. El intento de instaurar el Pacto Verde, una pseudoeconomía keynesiana, debe entenderse en este contexto. El hecho de que la empresa alemana de defensa Rheinmetall inaugurara ayer la mayor planta de municiones de Europa en Unterlüß encaja en esta narrativa.

La empresa ha invertido 500 millones de euros para alcanzar una capacidad anual de hasta 350.000 municiones en 2027. Se crearán 500 nuevos puestos de trabajo, lo que los políticos celebran como un punto de inflexión y el inicio de una arquitectura de defensa paneuropea.

Ceremonia y medias verdades.
El director ejecutivo de Rheinmetall, Armin Papperger, expresó su satisfacción: «No nos fue fácil invertir 500 millones sin pedidos. Le estoy muy agradecido —dirigido al ministro de Defensa, Pistorius— por cumplir con sus acuerdos. Es un hombre de palabra y obra». Se percibe una gran dosis de patetismo y autocomplacencia: la política y la industria de defensa están estrechamente entrelazadas.

Por supuesto, esto es solo una verdad a medias. Más allá de los habituales acuerdos entre bastidores, la política ha dejado claro que está dispuesta a movilizar todos los medios para construir una industria de defensa alemana y proporcionar a las empresas del sector garantías y subvenciones cuando sea necesario. Grandes negocios, sin riesgo.

Tras el colapso de la economía verde, la política ahora apuesta todo a la próxima pseudoeconomía. El objetivo es reducir la dependencia de Estados Unidos, aprovechando al mismo tiempo la manipulación mediática que durante años presentó a la Rusia de Vladimir Putin como un posible invasor europeo. Queda por ver si esta campaña de miedo funcionará a largo plazo.

Nadie luchará por Merz o Macron
Dada la profunda depresión económica en la que están atrapadas Alemania y gran parte de la UE, la fatiga general de la guerra y las fracturas sociales en los estados centrales de la UE como Alemania y Francia, está claro que, a pesar del restablecimiento del servicio militar obligatorio, la mayoría de los ciudadanos rechazarán rigurosamente el compromiso militar.

Un simple vistazo a las finanzas públicas de la UE basta para reconocer que una guerra contra Rusia es una locura política. Francia, con una ratio de deuda/PIB del 115%, está a pocos días de una moción de confianza sobre el nuevo presupuesto de austeridad. Los mercados de bonos ya están castigando a estos estados en bancarrota. Las señales apuntan a ahorros, no a aventuras bélicas.

Absurdo y destructivo.
Resulta absurdo, en esta situación —donde Alemania ha gastado casi por completo el llamado fondo especial de la Bundeswehr de 100 000 millones de euros y ahora recurre a préstamos—, acelerar este camino. Sin embargo, Bruselas, Berlín, París y Londres van en serio. En otoño de 2026, Rheinmetall planea inaugurar su próxima planta en Weeze, donde producirá componentes de fuselaje para el caza F-35. Coste: 200 millones de euros, esta vez financiados directamente con fondos públicos.

Las fábricas de defensa proliferarán en los próximos meses y años, produciendo mucho más de lo que demanda la población civil. Alemania planea aumentar su presupuesto de defensa hasta el 5% del PIB, lo que agravará el empobrecimiento de su población, ya que el sector privado ya se ha reducido entre un 4% y un 5%. Un desastre sin precedentes en Europa desde el final de la guerra.

Un conflicto acalorado con Rusia es económicamente muy improbable. Sin embargo, una nueva Guerra Fría, un estado de armamento continuo como el de antes de 1990, parece ser el objetivo de Europa. Están atrapados en una absurda teoría económica de planificación central y economía dirigida. Se está formando una nueva base de poder: un corporativismo entre la industria de defensa y el complejo político de Bruselas.

Alemania como ancla.
Alemania ha sido claramente elegida para financiar este desastre económico. El país, que anteriormente tenía una de las tasas de deuda más bajas de la UE, del 64%, duplicará su presupuesto anual de defensa hasta alcanzar los 162 000 millones de euros para 2029. Para 2027, el fondo especial se habrá agotado, tras lo cual se requerirán préstamos de hasta 400 000 millones de euros.

Alemania se convertirá en un actor activo en los mercados de bonos, donde los tipos de interés ya están subiendo. El Banco Central Europeo tendrá mucho trabajo para mantener la liquidez de la creciente deuda. La UE también participará con nuevos fondos, EDIP y ASAP (un término que roza lo infantil en este contexto), aportando entre 50.000 y 70.000 millones de euros anuales a proyectos conjuntos de defensa.

Sin lecciones aprendidas
Mientras la industria civil alemana se derrumba, las fábricas cierran en masa y el país avanza hacia un desempleo masivo, con todas las consecuencias para los fondos sociales y el clima interno, ahora somos testigos de una gran inauguración tras otra: pomposas inauguraciones de plantas de defensa, con champán descorchándose a nuestras costas.

Europa no ha aprendido nada del desastre de la pseudoeconomía verde. Se niega a analizar cómo se desindustrializaron Alemania y otros centros industriales. La consecuencia fatal de construir una economía de guerra es que desviará recursos escasos de los sectores productivos a gran escala, haciendo casi imposible la financiación y el desarrollo de empresas civiles.

Alemania se está quedando atrás tecnológicamente y está bombardeando su propia prosperidad, en el sentido literal.

 

Fuente: Thomas Kolbe, Zero Hedge

Foto: rob-lambert-unsplash

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