- El nivel de las barreras en el comercio dentro de la UE equivale a la imposición de aranceles del 44% en los bienes, con una gran dispersión entre los distintos sectores. A modo de comparación, en el comercio interno entre los distintos estados de Estados Unidos el arancel equivalente es de solo el 13%. En el caso de los servicios las trabas son incluso superiores, alcanzando, de media, el equivalente a un arancel del 110%. El mercado único europeo está lejos de ser una realidad óptima.
El pasado fin de semana se ha producido una extraña coincidencia sobre el análisis de la situación actual de Europa de dos figuras relevantes. Aunque, analizando distintos ángulos, la conclusión ha sido la misma: el problema de Europa está dentro de Europa, no fuera de Europa.Por un lado, el vicepresidente estadounidense J.D. Vance, en un discurso que ha sido muy mal recibido por las distintas autoridades europeas, ha señalado que el principal enemigo de Europa no es China o Rusia, sino que está dentro de la misma Europa.
Desde un ángulo totalmente distinto, y centrándose exclusivamente en el aspecto económico, Mario Draghi ha publicado un artículo en el influyente Financial Times en el que llega a la misma conclusión, al menos desde el punto de vista económico: el enemigo de Europa está dentro de Europa. El título de su artículo es muy ilustrativo: “Olvídese de Estados Unidos: Europa se ha autoimpuesto aranceles a sí misma” (Forget the US – Europe has successfully put tariffs on itself).
A pesar de todos los problemas de la economía europea y una debilidad endémica de su consumo interno, con una crisis evidente en Alemania y Francia, Europa sigue siendo una potencia exportadora. El superávit comercial de la UE alcanzó los 150.000 millones de euros en 2024. Los países con los que existe más desequilibrio comercial entre las exportaciones europeas y las importaciones desde dichos países son: Estados Unidos, con el que tenemos un superávit comercial de 84.000 millones de euros; Reino Unido, con un superávit de 40.000 millones de euros; y Suiza, con un excedente positivo de 22.300 millones de euros. Europa exporta mucho más de lo que importa. El único país con el que la UE tiene un déficit comercial relevante es con China, que asciende a 54.00 millones de euros.
La economía europea depende notablemente de la demanda exterior. Las barreras en el comercio interior han impulsado a las empresas en centrarse en la exportación fuera de la UE. Así, el comercio exterior de la Eurozona en lo que llevamos de siglo XXI se ha incrementado desde el 31% al 55% del PIB, mientras que en China y Estados Unidos apenas se ha incrementado en dos puntos porcentuales, situándose en nivel del 37% y 25% del PIB, respectivamente.
En un entorno de incipiente guerra comercial y de una competencia cada vez más feroz de China, tanto en los mercados internaciones como en el propio mercado chino, el escenario es poco favorable para las perspectivas de la economía europea.
Draghi menciona la incapacidad de la UE para subsanar las cuantiosas limitaciones a las empresas, las elevadas barreras al comercio interior y las cuantiosas trabas regulatorias. “Estas limitaciones a las actividades económicas son mucho más dañinas que los posibles aranceles que la Administración Trump pueda imponer”.
De acuerdo con un informe del FMI mencionado por Draghi, el nivel de las barreras en el comercio dentro de la UE equivale a la imposición de aranceles del 44% en los bienes, con una gran dispersión entre los distintos sectores. En el caso de los productos agrícolas o textiles las trabas equivalen a un arancel superior al 100%. A modo de comparación, en el comercio interno entre los distintos estados de Estados Unidos el arancel equivalente es de solo el 13%. En el caso de los servicios las trabas son incluso superiores, alcanzando, de media, el equivalente a un arancel del 110%. El mercado único europeo está lejos de ser una realidad óptima.
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La regulación en la UE ha sido hasta ahora una losa para la innovación de los servicios más avanzados, especialmente los digitales. Draghi menciona, en especial, la directiva de protección de datos. Su aplicación se estima que ha reducido un 12% el beneficio de las firmas tecnológicas europeas de menor tamaño. La capacidad de atracción de este tipo de empresas, fundamentales para aumentar la productividad es realmente reducida en comparación con la de otras áreas geográficas.
El ya famoso informe Draghi, donde hacía un análisis profundo de las vulnerabilidades de la economía europea, es anterior a la elección de Trump. Aun así, no cabe duda de que los vientos de desregulación y de cambio de las reglas del juego en el comercio internacional están ayudando a tomar conciencia de que una vez hecho el diagnóstico es imperativo para Europa actuar, simplificando la regulación y eliminando trabas.
Como coinciden J.D. Vance y Mario Draghi, aunque desde ángulos muy distintos, el problema de Europa está dentro de Europa, no en los aranceles de Estados Unidos.
Fuente: Jesús Sánchez-Quiñones- El Economista
Foto: sara-kurfess-unsplash