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El problema de la innovación en Europa: incapacidad para desarrollar avances que impulsen el crecimiento

La clave:

  • La capacidad de adaptación y de innovación incremental es más importante que el mero talento para realizar descubrimientos científicos revolucionarios.
  • Sobre el papel, los datos muestran que Europa sigue destacando en innovación. En la práctica, la UE es demasiado optimista sobre sus resultados
  • El éxito de la innovación requiere un entorno empresarial dinámico

 

En julio, la Comisión Europea publicó su «Cuadro europeo de indicadores de innovación 2024» (EIS), «una evaluación comparativa de los resultados en materia de investigación e innovación de los Estados miembros de la UE, otros países europeos y terceros países seleccionados». A primera vista, los principales resultados ofrecen un panorama un tanto reconfortante. En conjunto, el cuadro de indicadores muestra que los países de la Unión Europea sí innovan. En 2024, se sitúan por delante de China y Japón y, aunque siguen por detrás de Corea del Sur, van acortando distancias con Canadá y Estados Unidos.

Sin embargo, otras fuentes muestran un panorama diferente. Por ejemplo, el crecimiento económico de la UE sigue siendo lento, y las exportaciones de alta tecnología representarán alrededor del 19% de las exportaciones de productos manufacturados en 2022. Para el mismo año, Alemania se situará en torno al 16%, por detrás de EE.UU. (alrededor del 20%), China (aproximadamente el 27%) y Corea del Sur (alrededor del 36%). Las exportaciones de alta tecnología se refieren a productos que requieren una inversión sustancial en investigación y desarrollo, y abarcan sectores como el aeroespacial, la informática, los productos farmacéuticos, los instrumentos científicos y la maquinaria eléctrica. ¿Qué podemos deducir de estas cifras?

La dificultad de medir la innovación

Medir la innovación es complejo y hacer un buen uso de los resultados es aún más difícil. El EIS tiene en cuenta un amplio conjunto de variables, entre las que se encuentran el número de doctorados en ciencias, la prevalencia de las competencias digitales, el volumen de inversiones privadas y públicas en actividades relacionadas con la investigación y el desarrollo, el número de patentes y marcas, el volumen de exportaciones de alta tecnología y la sostenibilidad medioambiental. Los países considerados se clasifican en función de las puntuaciones totales agregadas de cada variable.

Las economías escandinavas dominan la lista de la UE y han mejorado notablemente su puntuación a lo largo de los años. Entre los países grandes, la intensidad innovadora de Francia y Alemania está por encima de la media, pero ha progresado poco en los últimos seis años. Según el EIS, los países punteros de la UE han perdido impulso, pero Europa sigue siendo un fuerte innovador. El mensaje subyacente es que Europa no padece problemas estructurales dramáticos y que sus mediocres resultados económicos mejorarán en poco tiempo.

 

Datos y cifras

Desde 2017, la mayoría de los miembros de la UE han avanzado en sus resultados de innovación. Si bien todos los miembros, a excepción de Luxemburgo, han experimentado mejoras, el grado de progreso varía significativamente entre ellos. Dinamarca, Suecia, Finlandia y los Países Bajos destacan como líderes en innovación, con un rendimiento que supera significativamente la media de la UE.

 

Naturaleza y finalidad de la innovación

Para comprender mejor la situación, conviene distinguir dos líneas de razonamiento diferentes. Una es la naturaleza de la innovación, y la otra es la finalidad de la innovación.

En general, hay dos categorías interdependientes de innovación, cada una caracterizada por diferentes motores. Los protagonistas de la primera categoría son los científicos, ingenieros, artesanos y diseñadores. Impulsan la innovación creando nuevos bienes y servicios utilizando las máquinas y tecnologías más avanzadas. En el pasado, la transición al acero de alta calidad o la aparición del microchip fueron ejemplos de ello.

Los empresarios ocupan el primer plano en el segundo grupo: Utilizan los conocimientos técnicos existentes para satisfacer la demanda de métodos de producción rentables. Esto ocurrió, por ejemplo, con la transición del taller a la gran planta o la fragmentación global de los procesos de producción. Además, los empresarios aprovechan los recursos disponibles para atender las necesidades que los productores tradicionales a menudo han pasado por alto. Cada día se crean nuevos productos.

A continuación se plantean tres preguntas:

  • ¿Cuál es el objetivo de la innovación y en qué medida se considera óptima?
  • ¿Qué determina la presencia de innovadores?
  • ¿Tienen sentido las políticas para impulsar la innovación?

En cuanto a la finalidad de la innovación, la retórica actual hace hincapié en dos cuestiones: la seguridad y el crecimiento económico. Muchos creen que la defensa requiere equipos de alta tecnología y que depender de proveedores externos plantea riesgos. Por lo tanto, los innovadores nacionales son cruciales para garantizar equipos nacionales fiables de alta tecnología. También se suele suponer que la innovación garantiza un crecimiento sin esfuerzo. Según este punto de vista, la innovación es deseable e invertir en ella garantiza que los beneficios futuros estén al alcance de toda la comunidad.

El discurso público menciona a menudo los argumentos anteriores, pero son erróneos. El argumento de la seguridad es tentador. Los responsables políticos están encantados de promover el gasto, y un sinfín de fabricantes nacionales están dispuestos a fingir que son productores potenciales de equipos militares de alta tecnología y, por tanto, susceptibles de recibir subvenciones. Mientras tanto, el público está dispuesto a creer que la innovación en la industria militar tiene importantes beneficios para los sectores civiles.

Sin embargo, el dinero del helicóptero derramado por políticos incompetentes sobre autoproclamados innovadores de la defensa tiene poco sentido. El éxito de la innovación requiere un entorno empresarial dinámico en el que interactúen las industrias militar y civil. Los laboratorios y prototipos fuertemente subvencionados -la «innovación»- tienen poco valor si el entorno empresarial no garantiza que los empresarios puedan producir estos prototipos a gran escala a costes razonables, que puedan actualizar y mejorar con el tiempo. La capacidad de adaptación y de innovación incremental es a menudo más importante que el talento para producir avances científicos.

 

Las autoridades de la UE seguirán destacando la innovación sólo si justifica o enfatiza los resultados positivos de los actuales programas de gasto.

 

Algo parecido puede decirse de la relación entre innovación y crecimiento. El crecimiento depende de la utilización eficiente de los recursos. La eficiencia depende de la competencia y, más en general, de la libertad económica. Un entorno competitivo fomenta la innovación, es decir, la adquisición de nuevos conocimientos y las actividades empresariales. El crecimiento viene después. El libre mercado decide cuánto esfuerzo deben dedicar las empresas a investigar y desarrollar nuevos conocimientos, en qué direcciones deben aplicar el talento empresarial y con qué rapidez deben reaccionar ante sus errores. El resultado es una innovación exitosa. Los fallos a la hora de percibir y seguir las señales del mercado suponen un despilfarro de recursos. Esto hace que la noción de «innovación deseable» sea nula.

Europa sí mantiene a sus jóvenes en la escuela durante períodos más largos, lo que quizá tenga efectos positivos en la cualificación de su mano de obra y en la generación de académicos. Puede que también consiga potenciar la investigación científica y desarrollar prototipos. Sin embargo, estos esfuerzos no implican necesariamente competencia y eficacia. A menudo no conducen a una innovación que fomente el crecimiento, y mucho menos a la capacidad militar. La «conciencia social» de la juventud bien educada en Europa y los cuestionables resultados del giro de la UE hacia la tecnología de energías limpias son buenos ejemplos de ello.

 

Escenarios

El más probable: Sobreestimación del papel de Europa en la innovación mundial
El escenario más probable se deriva del panorama relativamente optimista descrito por la DIA. Desde esta perspectiva, las autoridades de la UE pueden pensar que los medios de comunicación sobrestiman enormemente el peligro de que la contribución de Europa a la innovación y los avances tecnológicos mundiales esté disminuyendo. Esta actitud complaciente acabará de facto con el debate sobre qué ha fallado en el retraso y el estancamiento europeos y justificará el énfasis actual en la sostenibilidad, las transiciones energética y digital, las políticas industriales tradicionales y la lucha contra la desigualdad. Las autoridades de la UE seguirán destacando la innovación sólo si justifica o enfatiza los resultados positivos de los actuales programas de gasto.

Moderadamente probable: Reasignación de recursos a las pequeñas y medianas empresas
Un escenario algo probable implica esfuerzos para abordar seriamente la falta de innovación. En línea con la tradición de la UE, este planteamiento desviará recursos de los grandes proyectos existentes para financiar el espíritu empresarial innovador, centrándose principalmente en las pequeñas y medianas empresas. Aunque esto pueda resultar políticamente tentador, resultaría inútil y estaría plagado de problemas. Los resultados serían, en el mejor de los casos, modestos, ya que las subvenciones apenas fomentan la innovación. Las pequeñas y medianas empresas tienen dificultades para desarrollar avances y transformarlos en productos y servicios comercializables. La estrategia también resultaría problemática, porque desfinanciar los grandes proyectos actuales es casi imposible. La Comisión perdería prestigio y los grandes intereses empresariales harían todo lo posible por proteger sus actuales privilegios y subvenciones.

Menos probable: Regulación centralizada y burocracia más ligera
Un escenario bastante improbable se basa en las recomendaciones del llamado Informe Draghi, llamado así por su autor, el ex jefe del Banco Central Europeo Mario Draghi. El informe se centra en los malos resultados de los productores de la UE y aboga por un aumento del gasto, una burocracia más ligera y una regulación más eficiente y centralizada. Si la Comisión se toma en serio el consejo del Sr. Draghi, transferirá más competencias políticas de la periferia (las autoridades de los Estados miembros de la UE) al centro (Bruselas). El Sr. Draghi (y la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen) afirman que una mayor centralización dará lugar a una mejor regulación y una aplicación más eficaz. Por supuesto, al final la Comisión no conseguirá ni menos regulación ni menos burocracia, ya que estos elementos son la columna vertebral de la gobernanza de la UE y la razón de ser de su vasto y costoso aparato.

La innovación, por tanto, será víctima de la regulación centralizada.

 

Fuente: Colombatto Enrico/ GIS

Foto: umberto-unsplash

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