La pandemia ha puesto aún más al descubierto muchas de nuestras debilidades. El desarrollo digital es una de ellas. Europa tiene un déficit de inversión en digitalización con respecto a Estados Unidos y China, estimado por la Comisión en 125.000 millones de euros. Este tema es clave para el desarrollo de la industria 4.0 y para poder competir en el mundo de la economía digital. Además se espera que, consiguiendo mayor independencia digital, conlleve beneficios para los Estados, para las empresas y para la sociedad europea en su conjunto.
Este artículo de Rubén Ruiz Calleja ahonda en las razones por las que Europa necesita políticas e inversión para liderar la innovación digital e impulsar la recuperación económica.
El historiador y filósofo Yuval Noah Harari explica que “la gente teme el cambio porque teme lo desconocido. Pero la única y mayor constante de la historia es que todo cambia”. En los últimos meses, hemos vivido transformaciones sociales que no se hubieran producido tan rápidamente de no haber sido por la pandemia. Nos hemos visto forzados a reinventarnos como empleados y empresarios, como consumidores y comerciantes, como alumnos y profesores. Hemos aceptado que gran parte de nuestra vida cotidiana pase a ser digital, algo a lo que muchos eran reticentes debido a la falta de confianza que suscitaba todo lo virtual y, como indica Harari, por el miedo al cambio y a dejar de lado nuestra zona de confort.
La nueva normalidad a la que tanto se alude ahora es, en realidad, una nueva normalidad tecnológica: la explosión del teletrabajo y el uso de herramientas para hacerlo posible está cambiando, a gran velocidad, la manera de entender el mercado laboral y la productividad; la educación a distancia ha permitido que profesores y estudiantes hayan podido continuar, de alguna manera, con los cursos académicos; los servicios públicos han seguido funcionando de forma telemática en muchos casos; el comercio electrónico ha sido muy demandado y se ha impulsado la aceptación de medios de pagos electrónicos para mayor comodidad y seguridad de consumidores y comerciantes. Además, es de valorar, en el ámbito sanitario, que, gracias a la atención sanitaria en remoto a través de video-consultas, la salud pública ha sido más ágil y eficaz. Sin embargo, a pesar de que se ha perdido cierto miedo a lo digital, Europa debe afrontar desafíos a esta nueva realidad, pero siempre con el fin de aprovechar las oportunidades que nos ofrece la digitalización.
Desafíos y oportunidades
El nuevo instrumento de financiación de la Comisión Europea para la recuperación, enmendado por el Consejo Europeo, está dotado con 750.000 millones de euros, de los que 390.000 millones se asignarán en forma de ayudas y 360.000 millones vía préstamos a los Estados miembros para acometer inversiones y reactivar la economía. El nuevo marco financiero plurianual (MFP) para 2021-2027 prevé posibilidades adicionales a través del nuevo ‘Programa para la Europa Digital’ que, con un presupuesto de 6.761 millones de euros para el período 2021-2027, está centrado en construir las capacidades digitales estratégicas de la UE y en facilitar el amplio despliegue de las tecnologías digitales tanto para la vida laboral como privada. El programa aportará financiación para proyectos de supercomputación, inteligencia artificial, ciberseguridad, competencias digitales avanzadas y la extensión del uso de las tecnologías digitales en toda la economía y la sociedad. Esto es una muestra del protagonismo que adquiere la colaboración público-privada para hacer frente a los desafíos y aprovechar las oportunidades para convertir a Europa en líder en avance digital.
Lograr la tan ansiada soberanía tecnológica, como explicó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, implica hacer frente al déficit de inversiones europeas en digitalización con respecto a Estados Unidos y China, estimado por la Comisión en 125.000 millones de euros. El fin es conseguir una mayor independencia de proveedores extranjeros en materia tecnológica. Un ejemplo en esta dirección es el proyecto europeo Gaia-X, una plataforma que suponga una alternativa al almacenamiento de los servicios en la nube que ahora lo ofrecen gigantes estadounidenses o asiáticos, de forma que los datos se almacenen en servidores europeos. Este es un paso más tras la entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) para que los datos de los ciudadanos europeos se queden en el territorio de la UE. La computación en la nube es fundamental para el desarrollo de la industria 4.0 y poder competir en el mundo de la economía digital, por lo que se espera que, consiguiendo mayor independencia digital, conlleve beneficios para los Estados, para las empresas y para la sociedad europea en su conjunto.
La guerra comercial entre las grandes potencias lleva a la UE a querer proteger sus activos estratégicos y sus tecnologías ante inversiones extranjeras que puedan amenazar su seguridad a través de un mecanismo reforzado para la inversión extranjera directa (FDI screening mechanism). De ahí que la Comisión prevea publicar un Libro Blanco sobre un instrumento para hacer frente a efectos distorsionadores de ayudas extranjeras en el mercado único, y que presente también atención al acceso extranjero a contrataciones públicas y a fondos europeos.
Gracias a la futura regulación sobre servicios digitales (Digital Services Act), se reforzará el mercado único para estos servicios y proporcionará a las pequeñas empresas la claridad legal y las condiciones de igualdad que necesitan para competir en el mercado. Los consumidores verán incrementada su seguridad al usar servicios digitales y se impedirá que las plataformas puedan abusar de su poder de mercado. Además, garantizará que el mercado digital ofrezca las mismas oportunidades a las pequeñas empresas.
La conectividad en términos de comunicación de banda ancha y dispositivos móviles desempeña un papel central como punto de entrada a la sociedad digital para ciudadanos y empresas. Es necesario invertir en mayor conectividad, lo cual tendrá efectos en toda la sociedad digital y aumentará la autonomía estratégica de Europa. El Plan de Acción 5G de la UE debería habilitar futuros servicios digitales y conseguir el ancho de banda necesario para áreas como salud, educación, transporte, logística y medios de comunicación, todo ello esencial para la recuperación económica.
La economía de los datos ofrece oportunidades para el desarrollo de productos y servicios digitales. Para ello, se han de crear espacios comunes europeos de datos en sectores esenciales (industria, medio ambiente, sanidad, movilidad y administración pública) para el intercambio y la gobernanza de los datos que contribuyan a implementar estructuras para gestionar el intercambio de datos entre Estados miembros y sectores, además de contribuir a eliminar barreras al comercio digital. LaEstrategia Europea de Datos y las medidas legislativas que se desprendan de esta deberían reforzar la gobernanza en asuntos como la portabilidad de los datos o el acceso a ellos, y fijar las condiciones para mejorar el acceso a los datos industriales y su control.
Puesto que la digitalización y la ciberseguridad son dos caras de la misma moneda, Europa debe repensar su futura Estrategia de Ciberseguridad centrándola en el impulso a la cooperación, el conocimiento y las capacidades a nivel europeo. La revisión de la directiva sobre seguridad de las redes y sistemas de información (Directiva NIS) vendrá acompañada de una propuesta sobre la protección de las infraestructuras críticas. Con este fin, podría avanzarse en el sistema informático europeo para el intercambio de información confidencial en relación con la evaluación de inversión extranjera directa y la implementación de programas de defensa de la UE.
Los ciudadanos necesitan un acceso simple, fiable y seguro a los servicios públicos digitales transfronterizos. Para ello, la burocracia debe reducirse, apostando por un sistema europeo deidentificación electrónica, para las gestiones en línea. Asimismo, los Estados tienen que desarrollar plataformas de contratación electrónica, de forma que se pueda completar a nivel digital el ciclo completo de una contratación pública en los Estados miembros.
Apostar por la inversión en digitalización
La inversión, con vistas a la recuperación económica, tiene que canalizarse hacia las capacidades y aptitudes digitales estratégicas, entre ellas la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la comunicación segura, la infraestructura de datos y en la nube, las redes 5G y 6G, los superordenadores, la informática cuántica y la cadena de bloques o blockchain. Las inversiones en digitalización contribuirán a cerrar la brecha digital de Europa, que se ha vuelto aún más evidente durante la crisis.
La crisis sanitaria, derivada en crisis económica, aumenta la necesidad de incrementar las inversiones y de adoptar una estrategia de transformación digital que aborde investigación e innovación, capacidades digitales y capital humano. La preparación de futuros programas europeos debería estar adaptada a priorizar inversiones digitales. En definitiva, se trata de mejorar la competitividad europea en la economía digital global y aumentar su autonomía tecnológica. Los mercados laborales europeos deben seguir apostando por los nuevos modelos de productividad y de gestión, buscando siempre la mayor eficacia. También es necesario promover la inclusión y los servicios financieros digitales y, dada la importancia del sector turístico en Europa, debemos promover la incorporación de la inteligencia artificial en este sector a través de plataformas de inteligencia turística en la que el análisis de datos pueda usarse para optimizar campañas personalizadas para la recuperación económica tanto del sector del turismo como del comercio (turismo de compras).
En este sentido, los países nórdicos, en particular Finlandia, Suecia y Dinamarca, así como los Países Bajos, destacan como los Estados miembros más competitivos en el uso de servicios de Internet y actividades en línea, según el Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI) publicado en 2020 por la Comisión Europea. Irlanda lidera en integración de tecnologías digitales en las empresas; y Estonia y España se sitúan a la cabeza en digitalización de la Administración Pública. Por otra parte, los países que más margen de mejora tienen, según este informe, son Bulgaria, Grecia y Rumanía.
La recuperación económica pasa por el reforzamiento del mercado único digital, lo que se traduce en eliminar obstáculos para que las empresas, especialmente las pymes, usen herramientas digitales y reduzcan la burocracia a través de soluciones digitales. Además, la cooperación y el mayor intercambio de conocimiento y buenas prácticas, convertirá a la UE en una referencia en políticas digitales, aprovechando los beneficios de las inversiones en economía digital. La UE, para conseguir una mayor soberanía en la economía global, no solo debería presentar atención a soluciones regulatorias, sino marcarse el objetivo de buscar el liderazgo en innovación económica a través de la transformación digital, evitando caer en ideas proteccionistas que hagan difícil a los Estados acceder a tecnologías modernas y atraer inversiones extranjeras.
Volviendo a las palabras de Harari, y puesto que la historia cambia constantemente, Europa no puede tener miedo al cambio. El camino no es fácil por la gran competencia que viene tanto de América como de Asia. Pero la UE, a través de la armonización de políticas digitales, la colaboración público-privada y a través de inversiones en digitalización, cuenta con el potencial necesario para subirse al tren de la innovación tecnológica, impulsar la recuperación económica, así como su propio liderazgo en innovación digital.