Mucho se escribió acerca de la defunción del TPP, el acuerdo TransPacífico, cuando Donald Trump, en su tercer día de mandato, sacó a USA del tratado; sin embargo, pasado este tiempo y para sorpresa de muchos, el pacto sigue vivo. De hecho a comienzos de este año, el 23 de enero, los restantes 11 miembros se reunieron en Tokio para ultimar los detalles y que comience a ponerse en vigor durante lo que resta del 2019. Es un tratado preciso, con una gran apertura de cada país a las inversiones del resto de los miembros, con protección de patentes y salvaguardas medioambientales.
En un año de grandes y continuas sorpresas, la resurrección de este pacto era una de las menos previstas. De hecho, USA representaba dos terceras partes del output anual inicial del bloque, cifrado en 28 trn de dólares y evidentemente, el acceso a este vasto mercado americano era el principal incentivo que animaba a cada país a abrir el propio.
A pesar de que la región Asia- Pacífico ha sido la principal beneficiada durante décadas de la apertura, Trump declaró, con su salida, el fin del multilateralismo y una inequívoca intención de construir barreras comerciales.
Pronto renegoció el acuerdo de libre comercio con Corea. Más recientemente, la imposición de punitivas tarifas arancelarias a la importación pone el foco, de nuevo, en los fabricantes chinos y coreanos.
Fuente: The Economist