En ATEGI, apoyándonos en la integración del equipo internacional de compras ya realizado en el 2016, nos proponemos profundizar y desarrollar los servicios internacionales para nuestros clientes. Es por ello que nos marcamos un ambicioso incremento del 10% interanual en las compras internacionales durante el período 2017- 2020.
China es un país clave dentro de esta estrategia, como también lo ha venido siendo en esta última década. Por ello, ATEGI cuenta con dos oficinas permanentes en Shanghai y Shenzhen. Y, obviamente, es muy relevante entender las claves del modelo chino para los próximos años y anticipar cómo puede afectarnos.
¿Camina China hacia un nuevo modelo?
Próximamente se celebrará el 40 aniversario de la reforma y apertura de China iniciada por Deng Xiaoping. Hoy se hace más necesario que nunca entender si el Gobierno chino apuesta por profundizar en las reformas estructurales pendientes. Como previene Zhou Xiaochuan, Presidente del People’s Bank of China, el país está en un punto en el que su crecimiento a medio- largo plazo no puede basarse únicamente en el estímulo monetario y fiscal a las empresas.
Hay ya anuncios de reformas interesantes, por ejemplo, el Gobierno chino acaba de eliminar los límites a la propiedad extranjera de bancos o permitiendo la mayoría en el capital de empresas locales, gestores de fondos o aseguradoras; también ha puesto en marcha un plan piloto que permite a los fabricantes extranjeros de automóviles instalarse en las zonas de libre comercio para fabricar vehículos eléctricos o incluso vehículos convencionales sin la necesidad de contar con un socio local.
El modelo de crecimiento chino, con tasas medias anuales del 10%, se ha apoyado en la exportación, la industria y la inversión. Las reformas iniciadas apuntan a un modelo basado en los servicios y el consumo doméstico, con un constante aumento del nivel de vida de la población. Este cambio de la economía tiene amplias consecuencias sobre China y sobre la economía internacional.
China ha dedicado normalmente más de un 40 por cien de su PIB a la inversión. La producción industrial representa casi el 50 % de ese PIB, mientras que los servicios no llegan al 40. La tasa de ahorro de los hogares es muy elevada, mientras que el consumo representa un 35 % del PIB, una participación muy baja en relación con la mayoría de los países.
Por otro lado, la exportación china se ha basado, en buena medida, en un tipo de cambio infravalorado. Así ha obtenido superávit comercial con muchos países que, a su vez, han servido para financiar inversiones en el extranjero (como el conocido ejemplo de los bonos del Tesoro de USA). Pero, todo ello, también ha provocado una escalada en los “conflictos” con algunos países en los últimos años.
Los vectores de crecimiento de la economía china apuntan a potenciar el consumo interno, a generar demanda doméstica y a impulsar del sector servicios.
Para fomentar el consumo interno y, por tanto, disminuir el ahorro (provocado por la necesidad de hacer frente a los gastos sanitarios y de formación que son muy elevados en China) será necesario desarrollar los servicios de salud y educación.
Y también reducir los impuestos al consumo y aumentar, para compensar los ingresos, la carga fiscal a las empresas que verán reducidos sus beneficios y, en consecuencia, también sus inversiones.
Además, el sistema financiero deberá adaptarse. El crédito al consumo e hipotecario deberá desarrollarse en detrimento, quizás, de las empresas estatales que cuentan con tipos de interés muy bajos que fomentan un elevado nivel de inversión que, en ocasiones, financia proyectos poco rentables.
La apreciación del tipo de cambio de la divisa china es clave para provocar un aumento de la renta de los consumidores y, por tanto, su consumo. Esto, obviamente eliminaría el “subsidio a la exportación” y equilibraría los desajustes excesivos en la balanza comercial de China con muchos países, por tanto, estaría más acorde con las reglas de mercado.
Estos aspectos no son sólo meras hipótesis, el cambio en la política económica está ya en marcha como corroboran algunos hechos. Ya en 2010 el yuan se apreció levemente frente al dólar. De hecho, en ese año el superávit comercial descendió hasta 181.100 millones de dólares. Con el ritmo y la prudencia chinos, en 2010 se iniciaban tendencias que, previsiblemente, serán la norma en los próximos años y que irán reflejando su menor dependencia de las exportaciones para el crecimiento. También otras medidas de política económica como los aumentos del salario mínimo, subvenciones al consumo de una serie de productos en las zonas rurales, progresiva extensión de los sistemas de Seguridad Social,…etc ratifican el cambio.
Todo ello podría abrir nuevos nichos de oportunidad para nuestras empresas al crear oportunidades en sectores como los servicios financieros, servicios médicos, bienes de consumo, turismo, estudios, etc, cuya demanda por parte de los consumidores chinos crecerá con fuerza impulsada por el crecimiento y su cambio de modelo.
Se abren oportunidades para empresas de ingeniería y maquinaria que hasta el momento, debían ofrecer financiación para acceder al mercado chino. El cambio es tan importante que, de hecho, ya existen empresas que obtienen financiación en China para proyectos en España u otros países.
Para el 96% de las empresas extranjeras, el principal motivo para invertir e implantarse en China ya no son sus bajos costes laborales, sino el atractivo de su mercado, según US China Business Council. Así mismo, un 87 % de las empresas señalaban que sus operaciones en China eran rentables, incluso un 68 % afirmaba que en China su rentabilidad era superior a la media global.
PriceWaterhouseCoopers prevé que en 2050 la economía china será la primera del mundo en tamaño, y superior a la estadounidense en un 29%. Los cálculos de PwC se basan en que la economía china mantendrá en las próximas décadas una tasa media de crecimiento de un 6,8 %, lo que le permitirá un crecimiento de la renta per cápita superior al 4% anual.
A pesar de quienes alertan del nacionalismo económico chino o quienes ven un grave factor de riesgo en la evolución política, existe un consenso bastante generalizado entre organismos internacionales y empresas de análisis que apuntan a que es razonable pensar que el milagro económico chino, a través de este “nuevo modelo” se mantendrá en el futuro.